Capítulo dos

604 90 218
                                    

Abrí mi taquilla gris, que tenía varias marcas de garras sobre el pomo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Abrí mi taquilla gris, que tenía varias marcas de garras sobre el pomo. Se notaba que su anterior propietario le había costado poder abrirla varias veces. Había guardado mi navaja mariposa dentro antes de ir a visitar al director. Nunca se sabía cuándo podrían hacerme una revisión de mi ropa.

Desde que se la había mangado a un vendedor de navajas en uno de los barrios a las afueras de Tokio, siempre la llevaba encima. Y no sé cómo, había venido conmigo hasta el mismísimo infierno.

Si queréis saber más sobre este sin sentido espacio temporal le preguntáis a la escritora. A mí me dejáis en paz.

Mi querida navaja, le había sacado el ojo a una demonio la primera semana con ella. Estaba en el baño, lavándome las manos cuando entró la tía esa. Me agarró de los brazos queriendo romperme las piernas. Pero me zafé de ella, porque mi experiencia en estos términos era grande. Me subí a su cabeza roja y le clavé mi navaja en un ojo. El sonido que produjo aún retumba en mis oídos sacándome una sonrisa. El ojo ensangrentado rodó por el suelo del baño. Lo agarré y más tarde se lo di a otro demonio para que jugara a las canicas con él. Esa tía, ahora era la cara parche, nadie se metía conmigo.

A veces hay sonidos que resultan maravillosos, como el crujir de los huesos, el grito de alguien cuando se parte una pierna y ese plof que hace un ojo al salirse de las órbitas. Me corría de placer solo al recordarlo.

Agarré mi libro de tortura avanzada y me dirigí a la susodicha clase. Estaba contenta, dado que era mi clase favorita. La asignatura que menos me gustaba era la de historia infernal ¿para qué coño quería saber yo eso?

Entre dentro del aula, pegándole un empujón a uno de los alumnos. Cualquiera que estuviera cerrándome el paso le daba un empujón o un codazo. Me senté en mi pupitre con los pies encima y esperé a que entraran el resto de alumnos.

Llegaron dos porristas, quiero decir animadoras, aunque seguramente les daban a los porros de incienso. Una banshee y una vampiresa que eran el séquito de la animadora más popular de todo el instituto, Melancolía, Mel para los amigos. Y como yo no era su amiga pues ni hablaba con ella.

Entró moviendo sus caderas como si fuera la reina de Saba, su pelo rubio le llegaba hasta la cintura siendo una cascada dorada. Su uniforme de color rojo le venía ajustado, realzando su cadera y sus dos tetas enormes en las cuales más de uno se podía asfixiar. Pero lo que realmente hechizaba de Mel eran sus ojos, y literalmente que hechizaban. Ese color verde embaucaba a más de un despistado. Mel era la bruja más famosa del instituto.

—¿No te han expulsado?— dijo la banshee al verme.

—¿Quieres que te corte las cuerdas vocales?—le respondí moviendo mi navaja delante de sus ojos.

Las tres siguieron su camino sin dirigirme la palabra y se sentaron en sus pupitres. Las tres bien juntas, no iba a ser que sus piojos se escaparan de sus cabezas.

En ese momento apareció envuelto de una humareda negra nuestro profesor, Mefistófeles.

Pausa para el café, quienes leáis Wings os resultará conocido este demonio y sino yo os hablo de él.

Sus pezuñas de cabra repiquetearon sobre el suelo mientras se colocaba detrás de su mesa. Se tocó su barbita de chivo y nos saludó a todos.

—Hoy os traigo un caso realmente interesante, alumnos.

Le presté mucha atención, pero sin quitar los pies de encima de la mesa. Mefi, era mi profesor favorito, pero tampoco quería que se notase. Tenía una reputación que mantener.

—¿Que es profesor?—dijo la lameculos de Mel.

—¿Sátiro a la plancha?—dijo alguien detrás de mí.

Es que nuestro profesor es como decirlo... un sátiro malvado.

—No, hoy os he traído esto.

Con un chasquido de sus dedos en la pizarra se materializaron unas palabras.

—¿Que tortura se os ocurre para un infiel?

Quité las piernas de la mesa, esto ya era más interesante para mi. Normalmente nos dedicábamos a pecados menores, pero este ya era de los gordos. La boca se me hacía agua pensando en todo el mal que le podría infligir.

—¿Le cortamos la polla?—dijo la banshee y se escucharon palabras de apoyo.

—No está mal, pero es un poco básico. Recordad que un castigo eficaz es aquel que inflige dolor físico y al mismo tiempo psicológico.

—Le cortamos la polla en rodajas.

La clase estalló en una carcajada. No sabía quién había dicho eso.

—Necesitamos más información. No puedo saber que castigo infligir si no conozco cómo se siente al realizar la acción.

—Buena respuesta Usagi, tienes toda la razón.

La clase me miró como si hubieran chupado un limón y yo les enseñe los dientes.

—Es una persona orgullosa, que, aunque sea infiel no le gusta que su pareja coquetee con otras personas.

—No le gusta que le paguen con la misma moneda.—respondió Mel sonriendo.

Ya me hubiese gustado a mi coger esa sonrisa y partirle los dientes.

—Pensad la respuesta y me la decís para la próxima clase.—dijo nuestro profesor saliendo de detrás de su mesa.—Abrid el libro por la página ciento cincuenta, sigamos con la lección de mesas de tortura.

Todos abrimos los libros mientras mi mente trabajaba en el castigo que le podría infligir a aquel pecador. 

Hola a todos:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hola a todos:

Seamos malos ¿que tortura se os ocurre a vosotros?

Un beso.

Ginny :)

Instituto InfernalWhere stories live. Discover now