Mírame, por favor.

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Ay, de todo lloran ustedes.


–No sé quién eres.

–Jinnie...

–No sé que me hiciste.

–Por favor...

–No quiero quererte, Nam. Pero ahora siento que te amo.

Dentro de mí era todo un caos. Mi mente se dividía en diferentes bandos, apoyando diferentes opiniones, creyendo en diferentes historias. Mi corazón por el contrario bombeaba con rapidez, demasiada. Sentía temblar mis manos pero ahora no sabía decir si por el llanto o la emoción. Su cuerpo se aferró más al mío, también temblaba, ya no estaba sollozando, los minutos luego de su confesión parecieron tranquilizarlo, arrullarlo en silencio mientras lo mimaba como antes, paseando mis dedos por su espalda, de arriba hacia abajo con lentitud, dibujando a veces pequeños círculos imaginarios por sus hombros y volviendo a bajar con cariño.

Su respiración antes forzada fue cayendo hasta escucharse pausada y profunda, se había dormido.

–Jinnie...– susurré despacio.– Jinnie.– insistí, pero nada. Finalmente había cedido al sueño.

Con delicadeza empujé su cuerpo hacia atrás hasta arroparlo bajo las sábanas, hacía frío si nuestros cuerpos no estaban unidos así que busqué más mantas y lo envolví con ellas. Su rostro era apacible, con los labios entreabiertos y las cejas un poco fruncidas, se veía tan lindo y en paz. Cómo un ángel en sus laureles, resplandeciente aunque ojeras grandes marcarán sus ojos, aunque él comienzo de ello facial pinchada en su barbilla, aunque las uñas de sus dedos no estuvieran del todo limpiar, era perfecto aunque no estuviera hacienda nada.

Tu simple existencia es un regalo divino.

Me senté otro poco en el mismo lugar, a su lado, velando como un guardian sus dulces sueños, acariciando su entrecejo en dónde de vez en cuando una pequeña arruga se hacía presente. Suspiré muchas veces durante los minutos siguientes, algunos suspiros era de tristeza, otros de impotencia y mucho otros amor.

Si, amor. Porque eso todos lo aceptamos, estaba jodidamente enamorado de Seokjin. Y ahora él me confesaba lo mismo. El me quería, no solo eso, él dijo que me amaba. ¡Me ama! Maldita sea, voy a vomitar.

Revolví mi cabello con fuerza mientras me alejaba de la cama en dónde están sentado, caminé en círculos alrededor de la sala con la respiración profunda de Jin adornando mi entorno, arrullando mi inquieto corazón que parecía querer huir por mi boca. Las cosquillas en mi estómago ahora subiendo hasta mis brazos y escapaban de ahí como electricidad, recorriendo todo mí. Y luego cayendo otra vez al lugar oscuro.

–¿Qué hacemos con Tony, Jinnie?– pregunté en voz baja mirándolo de lejos, su boca con un pequeño hilillo de baba mientras hacia puños en sus manos.– ¿Qué hago contigo mañana?

Unos pasos en el pasillo me pusieron alerta rápidamente y sin pensarlo mucho me oculté bajo la cama, guardé la respiración incluso en cuanto la puerta se abrió, un halo de luz iluminó ligeramente la habitación cuando Tony asomó la cabeza y bufó en alto.

–Te duermes justo cuando vengo a callarte, estúpido.– habló de mal humor cerrando la puerta otra vez en esta ocasión poniéndome aún más alerta.

Escuché los pasos alejarse y salí de mi lugar quedando recostado en el suelo, miré el techo limpió sobre mí y el polvo que sentía en las palmas. Me sentía tan miserable, aún más sabiendo que SeokJin me recordaba, que recordaba a todos y que solo fingía. Me sentía miserable descubriendo el secreto que quería guardar para seguir adelante y aún así no me arrepentía de nada. Yo lo amaba, y el a mí. Entonces, ¿Cuál es el problema?

–Debo irme.– acomodé el cabello de mi pequeño, despejando un poco su frente y depositando un beso ahí antes salir.

Por favor recuerdame mañana.

Ni siquiera sabía cómo funcionaba eso. ¿Me hablaría al día siguiente?¿Fingiria que no existo?¿Correría hacía mi como correría hacía su novio?

Salté por la ventana, casi rompí mi pierna pero al menos salí ileso de ahí.
Caminé por la acera con lentitud, arrastré los pies por el suelo hasta llegar a la cafetería, Rita estaba afuera, con una taza de algo caliente en manos mientras miraba a todos lados por la calle. Al estar cerca levanté la mano y le sonreí, sin embargo Rita alcanzó solo a dejar la taza de lado, pues segundos después se abalanzó hacia mi felicitándome por mi supuesta reconciliación.

–Estoy tan feliz, NamJoon.

–No es lo que crees.

–¿Te dijo que lo sabe todo? ¿Puso esa carita de perro atropellado... ?

















***


Mañana por la mañana haré otro aún más largo, ahora estoy muriendo de sueño.

Nos leemos. <3

¡Solo tiene 7 años! [NamJin]Where stories live. Discover now