¡Por favor!

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La fiesta no era tan genial como creí que sería. ¿Cómo podría serlo si sentía un dolor constante en el pecho acompañado de las repugnantes cosquillas en mi espalda?

Tenía ganas de vomitar y apenas lograba pasar el trago que traía en la mano.

Mis amigos, Jimin, Hoseok y Yoongi, que habían llegado hace un par de horas apenas, se encontraban sentados a mi alrededor intentando convencerme de volver a la habitación, a dormir y esperar el mañana.

Porque el mañana es mejor que hoy, pero cuando esa mañana llega se convierte en hoy y entonces, el mañana nunca llega realmente. Y nunca mejoran las cosas.

Jin estaba ahí, era la razón por la que no quería irme todavía, SeokJin estaba ahí, sonriendo, platicando con otras personas mientras comía hamburguesas, él no estaba tomando cerveza, ni vino, ni gaseosa. Solo comía la hamburguesa y reía con sus amigos. Eso me alegraba, era sano, sano dentro de lo que cabía. No estaba bebiendo, yo tampoco lo hacía. Y su cabello ahora era castaño, el mío seguía siendo rubio cenizo. El había cambiado y no quería aceptarlo.

 El había cambiado y no quería aceptarlo

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-NamJoon...

Jimin acariciaba mi hombro con pena, sabía que era pena, compasión, tristeza incluso, pues en cuanto ellos habían llegado a la pequeña fiesta tampoco los reconoció. Los miró de reojo cuando entraron al salón y luego siguió riendo con sus amigos, nos había olvidado a todos. Ya no éramos nada para él.

-Solo... Solo unos minutos más...- respondí de la misma forma desganada, cansada, con la voz ronca por estar callado tanto tiempo, el rubio solo asintió bajando la cabeza, intentando no verse afectado por el rechazo del ahora mayor hacia todos nosotros y es que, es que esa parte de nuestras vidas no había sido real. Y dolía, como todo ahora, seguía doliendo.

La música era ligeramente fuerte, muy diferente a las discotecas de la ciudad, las luces eran bajas pero no de colores, caía sobre todos nosotros un cálido amarillo opaco, casi mostaza dejando los rostros casi irreconocibles. Era agradable el ambiente y las risas no ebrias, sino relajadas. De pronto una sonrisa irónica de pinto en mis labios, pequeñita, casi imperceptible, sin gracia.

La primera fiesta a la que había ido SeokJin conmigo fue en el departamento de Jimin y Yoongi, en esa ocasión la bulla y las luces molestaban a más no poder, el olor a alcohol y sudor inundaba el lugar y el desenfreno de las acciones de Jin eran propios de algún niño rebelde e inconsciente. Este SeokJin no era igual.

Este SeokJin peinaba su cabello castaño hacia atrás y reía ligeramente bromeando con sus cercanos, peleaba por la bolsa de frituras con una chica a su lado y se divertía, no nos necesitaba, ese SeokJin... Ese SeokJin era el mismo de antes, él... Él me estaba mirando.

No había sido mi intención sorprenderlo, lo juro, yo solo estaba paseando la mirada por toda la fiesta, intentando despejar mi mente y pensado en algo que me hiciera sentir mejor, hasta que volví hacía él. Con esa mirada intensa que no me quitaba de encima.

¡Solo tiene 7 años! [NamJin]Where stories live. Discover now