Ese hijo de puta

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Después de cocinar algo rápido, pues Jimin nos había cancelado a último momento, SeokJin se sentó en el sofá a mirar la televisión mientras yo en el comedor me ponía al día con mis deberes. Hoseok también me había mandado un mensaje de disculpas, excusandose con su madre quien había tenido un desmayo.

Si bien era cierto que habíamos salido de la época de exámenes, también era cierto que la semana de vacaciones aún no llegaba y los maestros se aprovechaban de ello para mandarnos toneladas de trabajos antes de ser libres.

–Un trabajo de cinco terminado. Hermoso.– bufé apoyando mi cabeza sobre la mesa, estaba cansado.

Eran las seis de la tarde apenas cuando SeokJin se acercó a mí y se sentó a mi lado mirando como escribía a toda velocidad en mi portátil.

Sentía dolor en el trasero, en la espalda, mi estómago gruñía con hambre y mi cabeza daba vueltas en el pozo del dolor. Suspiré nuevamente borrando todo el párrafo que había escrito por qué no estaba conforme, gruñí, bufé, rodé los ojos hasta que finalmente lo escuché hablar.

–¿Qué haces?

–Te dieron ojos para que puedas ver.– contesté sin despegar la vista de la pantalla.– Ya estoy hasta la mierda con esta porquería, que se jodan.– cerré la portátil y la dejé a un lado con molestia, masajeando mis hombros con mis dedos en completo silencio.

–No digas malas palabras.

Parpadeé un par de veces antes de mirar al peli rosa a mi lado sentado sobre la mesa con los pies bailando en el aire. Cuando notó mi mirada sonrió mostrándome un escarabajo muerto sobre su palma.

–Lo encontré bajo el sofá, antes se movía pero ya no. Debe estar durmiendo.– hice una mueca de asco golpeando su mano desde abajo haciendo caer al bicho muerto al suelo.– ¡Oye, estúpido!

Chilló saltando de la mesa hacia el suelo para buscar el cadáver mientras yo, con la boca abierta,  no podía creer lo que había sucedido.

–Dijiste una mala palabra.– Jin se encogió de hombros tomando de nuevo al bicho.– Bota eso, cochino.

–¡No me digas así!– golpeando mi hombro se fue corriendo de la cocina. Rodé los ojos pensando que estaba siendo muy enojón en las últimas horas.

Tomé la portátil en mis manos y el par de libros abiertos sobre la mesa, llevé todo con cuidado hacia mi habitación en donde los guardé. Bajé hacia la cocina tomando un par de sartenes, fuí hacia la nevera, saqué algunas verduras y un paquete de carne.

Lave mis manos y empecé a cortar lo que había sacado en cubos. Desde mi lugar podía ver a SeokJin tontear con uno de los muñequitos que tenía de adorno sobre una repisa, por lo menos había olvidado al escarabajo ya. Negué sonriendo divertido. Tal vez llevaba pocos días con ese peculiar niño pero el crecimiento que había tenido hasta ahora resultaba sorpréndete para mí.

Según los análisis y el seguimiento que le habían dado antes, el debería estar tardando más en recuperar la memoria, sin embargo estaba creciendo bastante rápido. Ahora el aseguraba tener diez años cuando hace una noche atrás decía tener nueve.

–Debería llevarte a ese doctor, tal vez sepa algo de tu madre.– murmuré mirándolo hacer un sonido de explosión cuando dejó caer al muñeco sobre el sofá.

Un segundo después escuché golpes en mi puerta que me sacaron de entre mis pensamientos.

–Jin, pregunta quién es. Solo pregunta, no le abras.– dije mandándolo a la puerta, este con una mueca aburrida obedeció mi orden. Hasta cierto punto, tener a alguien bajo mi control era agradable, más aún cuando él era mayor que yo. Digo, ¿Cuándo alguien de tu edad te hace caso como él? Exacto, nadie.

¡Solo tiene 7 años! [NamJin]Where stories live. Discover now