Capítulo 26: Amante apasionado

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Nota: el capítulo (+lemón *tos tos*... Espera, ¿por qué toso? No importa) se me alargó a más de 5000 palabras y hoy al final tengo turno doble de trabajo (Gracias por las velas del capítulo anterior, pero mi jefe no se portó bien D:). Así que no me dio tiempo de acabar el extra del siguiente capítulo para publicar seguidamente y, para no hacerlas esperar, actualizo solo uno.

Intentaré publicar este fin de semana el extra. Mientras tanto... ¡Cuídense y disfruten de la lectura!

Pd: ¡Ah! ¡Y ambas manos en el teléfono, cochinas! ¡Esto se lee, pero no se toca! 


***


El sonido de vuestras bocas uniéndose en un compás de besos desesperados, junto a los suspiros que exhalabais, se mezcló con un latir acelerado de corazones y la fricción de vuestros cuerpos entre las sábanas. Enredando vuestras piernas, abrazándoos más cerca y repartiendo caricias lentas que cosquilleaban la piel por donde pasaban las yemas de los dedos.

Con Bakugō el tiempo parecía ralentizarse, pero extrañamente deseabas que fuera así siempre para evadirte del mundo exterior. La calidez de su cuerpo se sentía como un sol que iluminaba cada parte de ti, derritiéndote y haciéndote sentir tan plena que por unos momentos olvidaste cuánto había cambiado tu vida desde esa mañana. Sus besos disiparon cualquier duda que albergases, pues ya no eras una simple humana más que vivía en el valle junto a los suyos, sino que ahora morarías entre lobos en las montañas. Tus costumbres y rutinas cambiarían... se adaptarían a tu nuevo modo de vida con Bakugō y los suyos.

Y él estaba haciendo todo lo posible para que te adaptaras a vuestro hogar. En la intimidad Bakugō siempre fue atento y tierno contigo, demostrándote cuánto significabas para él y cuánto ansiaba tenerte allí a su lado. Dadas las circunstancias no tuvo ocasión de preparar la cueva para tu llegada, pero eso no te importaba demasiado en esos instantes... No te interesaba la apariencia de la morada cuando estabas recostada sobre un mullido lecho de almohadones y el rubio ceniza estaba sobre ti, besándote apasionadamente. Su cuerpo bien formado y endurecido te presionaba contra el colchón, convirtiendo tu mente en un borrón blanco cuando él invadió tu boca con su experta lengua, delineando el borde de tus dientes para seguidamente acariciar tu paladar con la punta y estremecerte por la lujuriosa sensación.

Tus manos palparon sus pectorales, buscando apoyo cuando una efecto de vértigo te abrumó al notar su erección frotándose contra tu sexo. Sus caderas se movían lánguidas sobre ti, provocándote con un vaivén ralentizado y meticuloso al friccionar su falo contra tus labios vaginales... quejándote internamente por las finas capas de tela que os separaban.

Descendiendo sus caderas, Bakugō presionó con un poco más de intensidad su pene erecto contra tu clítoris, sacándote un jadeo necesitado que atrapó con sus labios en una sonrisa engreída. Tus dedos se crisparon, raspando así tus uñas por los vendajes que rodeaban su torso y protegían sus heridas.

Tu ropa interior comenzó a empaparse de la excitación. La suya muy pronto se humedeció donde la punta de su pene tensaba la tela como si quisiera atravesarla. La temperatura de ambos ascendió hasta el punto febril, pero ninguno hizo el ademán de detenerse cuando Bakugō acarició el contorno de uno de tus muslos y alzó tu pierna para que rodearas su cintura.

Otra embestida que te dejó anhelando su miembro dentro de ti provocó que rompieras el beso para que tomaras una bocanada de aire mientras un estremecimiento te recorría desde tu centro hasta las raíces de tu cabello. Tus ojos permanecieron cerrados cuando abarcaste el rostro del rubio ceniza entre tus manos, apreciando su arrogante sonrisa cuando mordisqueó el lateral de tu pulgar con un gruñido reverberando de su garganta.

My little red temptation (+18) [Katsuki Bakugou x lectora]Where stories live. Discover now