Capítulo 19: Muerte

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La loba que estaba sobre ti alzó sus orejas y la vista hacia el intruso, pero no desistió en su empeño de someterte al apretar con mayor fuerza el palo entre sus dientes. Sus labios se estiraron en una sonrisa lobuna cuando sus ojos brillaron con malicia y añoranza, como si hubiera estado soñando por ese reencuentro hasta la fecha.

Por el contrario, el lobo de pelaje grisáceo saltó hacia atrás para esquivar a tiempo el filo del hacha que impactó contra la gravilla del camino al no dar en el blanco. Un gruñido de amenaza iba implícitamente acompañado de una postura encorvada hacia delante, dispuesto a devolver el ataque al sobresalir las afiladas garras de sus patas y hundirse en la tierra. El rojo depredador se cruzó con el verde esperanzador en una batalla de miradas donde ambos se medían las fuerzas y las armas... y con el leñador apretando fuertemente el mango de su hacha, el lobo sabía que debía evitar que la cuchilla rebanase su pescuezo o cortase sus costillas como si se tratase de mantequilla.

Gotas de sudor perlaban la frente del muchacho tras la desesperada carrera para salvaros a ti a tu madre. La inquietud que afloró en cada fibra de su ser se sintió como hilos de desesperación tirando de él hacia vosotras en cuanto notó las presencias de los lobos en los alrededores de tu vivienda... con una sensación tan asfixiante y paralizante que cada bocanada de aire en sus pulmones creaba pinchazos en su pecho.

Con la boca seca y pastosa, pero la mirada firme y decidida, Midoriya tensó su mandíbula y volvió a alzar el hacha frente a él mientras le hacía un sutil gesto con la cabeza a tu madre para que se pusiera a cubierto tras su espalda.

—¡Llévatela de aquí! —le gritaste al peliverde, pero él negó al instante dándote un rápido vistazo.

—¡No pienso marcharme sin ti, (Nombre)-chan! —rebatió, aún sin estar seguro de cómo podría lidiar con ambos lobos cuando en su debido momento apenas pudo con uno en solitario.

—Izu-

Tu ruego quedó interrumpido cuando ambos lobos se sincronizaron, dispuestos a acabar cuanto antes con sus presas y con el indeseado intruso. Uno se lanzó directamente por Midoriya, obligándolo a retroceder hasta la fachada de la vivienda al tener que usar su cuerpo como escudo para proteger a tu madre. Sabiéndolo, el lobo grisáceo se aprovechó de esa compasión y de la empatía del leñador para ir ganando más terreno y asestarle un zarpazo que por los pelos el otro evitó a duras penas.

A su vez, la loba tiró de la vara entre sus dientes y te elevó unos centímetros del suelo para dejarte caer duramente de nuevo sobre él y aturdirte. La pulsación de incomodidad y dolor en tu espalda cortó tu respiración por el impacto, pero ella no te dio ningún respiro al revolverse como un animal desquiciado y propinarte varias dentelladas que no llegaron a alcanzarte al rodar por el piso para intentar escapar de sus fauces. Pero, para tu desgracia, una de sus patas delanteras atrapó la tela de tu vestido —impidiendo que continuaras alejándote— para retenerte antes de que su afilada dentadura bajara directamente a deformar las facciones de tu rostro con un áspero mordisco.

El instinto de supervivencia actuó como combustible explosivo para la adrenalina, logrando que asestaras un certero golpe en el cráneo de la loba antes de que sus caninos te alcanzaran. El palo se partió definitivamente en dos mitades irregulares y tanto el chasquido como el quejido lastimero —y después rabioso— del animal, mandaron desagradables estremecimientos por tu cuerpo, puesto que sabías que Midoriya estaba enfrentando a su propia bestia mientras salvaba su propia vida y la de tu madre... así que no podías esperar su ayuda por mucho que clamaras por auxilio.

Habiendo perdido el único medio de defenderte retrocediste de espaldas —aún sentada sobre la hierba— sin apartar tus ojos de la muerte que se avecinaba, viéndola observarte con odio y despecho mientras saliva burbujeante goteaba de su morro y regaba las flores aplastadas bajo ella... tal y como lo haría posteriormente tu sangre cuando la loba se precipitó hacia ti con la mandíbula desplegada en un mar de cuchillas que se hundirían en tu carne.

My little red temptation (+18) [Katsuki Bakugou x lectora]Where stories live. Discover now