35. Conociendo a los Bossi

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—¡Giana, Giustino, dejen de utilizar las tabletas y miren quién está aquí! –comentó Donatella en tono alegre. Los gemelos dejaron sus iPads a un lado y al ver a Alice, saltaron del sofá y ambos la abrazaron.

—Yo también los extrañé –dijo Al con una amplia sonrisa. Yo le sonreí de vuelta. Era asombroso ver lo feliz que era rodeada de su familia.

En ese momento, un hombre alto y corpulento apareció con una niña en brazos. Se acercó a Donatella y la besó.

Miele, i tuoi genitori dicono ... –luego vio a Alice y sonrió- ¡Ali!

—Tío Flavio, ¿cómo estás? –preguntó ella, supongo que para dejar claro que hablen en inglés. Una vez más, me sentía avergonzado- ¡Oh, mira como creció la pequeña Lunetta! –alzó los brazos, y el esposo de Donna le entregó a la niña. Miró a sus tíos- Está gigante. Siento que fue ayer cuando la abuela nos llamó diciendo que había nacido.

—Sí, llamar –repitió él, algo molesto- Seguimos insistiendo en que tú, Francesca, Sophia y Joe vengan para acá.

No sé si fui yo o Alice quién se sorprendió más. Y eso que ya me sentía bastante ignorado.

—Querido, ahora no –lo reprendió Donatella- Ya es casi hora de la cena y Ali trajo a su novio.

Flavio me miró y estiró su enorme mano.

—Un gusto, soy Flavio Di Staggio. Esposo de Donna –se presentó cordialmente con una sonrisa amable.

—Leo Valdez –dije algo intimidado.

Al se giró a verme, radiante.

—¿Quieres conocer al resto de la familia?

Repasemos: Donatella es la hermana menor de su madre, quien se casó con Flavio, y tuvieron tres hijos. Luego estaba el hijo mayor de Flavio, quien era de su primer matrimonio. Y, los abuelos de Al. Bueno, creo que lo tengo todo.

Ahora me encontraba en el patio trasero, tendido sobre el césped, removiendo inquietos los tornillos y las tuercas en los bolsillos de mis pantalones; mientras, Al se inventaba toda una historia para sus abuelos para que nos den un poco de dinero.

Eran una linda familia, unida.

—Eh, ¿eres el nuevo novio de mi prima?

Levanto la vista instantáneamente. Frente a mí, había un muchacho que quizás tuviese mi misma edad, o quizás sea más grande. Ojos azules y pelo oscuro. No se parecía en nada a Alice, ni siquiera los rasgos del rostro, y era bastante alto.

No eran técnicamente primos, puesto que ni siquiera estaban emparentados. ¿Existe la palabra “primastro”? Bueno, daba igual.

—Sí, soy yo –contesto.

Me examina con la mirada como si fuese un espécimen de laboratorio.

—No somos primos de sangre –comienza-, pero Donna ha sido una madre para mí, y conozco a Al desde que ella tenía dos años y yo cuatro. Y hemos pasado mucho juntos, así que naturalmente la protejo como a una hermana menor. También soy un buen amigo de Bruno, su ex.

Oh diablos, ¿acaso el Señor Papel Higiénico tenía a todos enamorados?

—Él la quiere de vuelta, y yo le debo un gran favor.

Fruncí el ceño. No me gustaba reaccionar violentamente, pero, ¿me estaba jodiendo o qué? No creía que hubiese otra manera de reaccionar.

—Mira, no sé qué pretendes pero… -comencé a decir, él levantó una mano para que deje de hablar.

Fix Me {Leo Valdez}Where stories live. Discover now