35. Conociendo a los Bossi

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<Leo.>

—¿Y bien? ¿Qué estás esperando, niño de fuego? –me preguntó cruzada de brazos, mientras su pie repiqueteaba con impaciencia. Dioses, sentía que hacía años que no se refería a mí de esa manera.

—Déjame tranquilo. Está es una decisión importante –me defendí.

Rodó los ojos y se llevó un mechón de cabello suelto detrás de la oreja.

—Si no lo haces, lo haré yo –me advierte.

—¡No! Esto es simbólico, debo hacerlo yo…

—Por el amor de Dios, Leo –y con un resoplido, estiró la mano y oprimió el botón.

Meto las manos en los bolsillos y suspiro, abatido.

—Relájate, era solo un timbre –dice.

Sí. Estábamos “discutiendo” por quién oprimiría el botón de la casa de su familia. A Alice le daba igual, pero yo quería que sea importante, ¡son los Bossi! Esto era importante. Pero como ya sabrán, con el carácter complicado de mi novia, era difícil salirse con la suya. También, era bastante intimidante el tipo de casa que sus abuelos tenían.

Solo diré que su padrastro, Joe, no es el único lleno de dinero en su familia.

De inmediato, se escucharon unos tacones repiquetear justo detrás de la puerta. Tomé aire, y una mujer treintañera, idéntica a la madre de Alice –al menos por cómo la había visto en fotos- nos abrió la puerta. Dirigió su mirada primero a Al, luego a mí, y luego de vuelta a Al.

—¡Ali! –exclamó llena de alegría y la estrechó entre sus brazos- Come ti senti? Oh, è stato così a lungo! Si sono sempre più grande e più bella giornata! –luego se separó y murmuró con tristeza:- Sei quasi un adulto.

Alice ríe.

—Me encuentro bien, tía Donna. Gracias, tú también te ves muy bien –sonríe- Pero si no te molesta, para Leo sería más fácil hablar en inglés.

El color subió a mis mejillas. Rayos, estaba tremendamente avergonzado. Irrumpía en su casa y prácticamente los forzaba a hablar en otro idioma que no es el suyo.

Bueno, técnicamente, su tía nació en los Estados Unidos. Y sus abuelos vivieron casi treinta años ahí…

Donna me miró por segunda vez en el día, pero ahora me observaba como si acabara de darse cuenta de que estaba ahí.

—Tía, él es mi novio, Leo Valdez. Leo, ella es la hermana menor de mi madre, Donatella Bossi. –nos presentó.

—¿Y qué pasó con Bruno Ruspoli? Él es un gran chico –inquirió esta en respuesta. Alice abrió los ojos como si Donatella acabara de revelar la existencia de los ovnis.

Essere più rispettoso per lui, vi prego –le advirtió Al. O al menos eso sonó como una advertencia.

Me sentía como un idiota.

—Oh, lo lamento, muchacho –su tía me sonrió- No me hagas caso, suelo decir muchas tonterías.

—No pasa nada –me encogí de hombros.

—¿Y qué esperan? ¡Pasen, pasen! –abrió la puerta de par en par y entramos.

La casa entera parecía sacada de esas revistas con el hogar perfecto y todos esos muebles caros. Me quedé asombrado. No solo la casa, sino Donatella, su forma de vestir, su maquillaje, su peinado, todo gritaba “¡Hola! ¡Tenemos mucho dinero!”. En el enorme sofá, había un niño y una niña exactamente iguales, de unos nueve o diez años, cada uno utilizando un iPad. Su cabello era castaño, pero no casi rubio, como el color caramelo de Alice, solo simplemente castaño. Sin embargo, sus ojos eran verdes.

Fix Me {Leo Valdez}Where stories live. Discover now