11. ¡Es sólo un pequeño gesto!

4.8K 296 42
                                    

<Leo.>

Me desperté a eso de las siete de la mañana y comencé con mi rutina de siempre. Cambiarme con mis pantalones caqui, mi remera del campamento, una camisa encima, y por supuesto, mi cinturón de herramientas, Alice en una ocasión me preguntó si podía sacar comida de ahí.

Sonreí ante el recuerdo.

Ni siquiera me molesté en peinarme, en cambio, salí de la cabaña de Hefesto hacia el búnker. Efectivamente, tenía que pasar por el gimnasio para llegar hasta ahí, y en cuanto lo hice, pude ver una figura tirada en el piso. Me sobresalté y entré corriendo, cuando me acerqué lo suficiente no sabía si reír o qué.

Alice estaba durmiendo en el piso, con la cabeza apoyada en su bolso, llevaba su remera del campamento y unos shorts, me arrodillé al lado de ella y pude ver que en sus piernas y brazos tenía la carne de gallina, suspiré y me quité la camisa que llevaba encima, por supuesto todavía tenía la del campamento, pero me quité la normal, aunque tenía algo de grasa y hollín, serviría. La tapé y sonreí.

Llevaba su largo cabello color caramelo suelto y extendido por el piso, pude ver sus rosados labios ligeramente abiertos. Jamás se lo diría de frente, pero fácilmente, ella era la chica más guapa del campamento, incluso más que las de Afrodita.

Como sea.

Me alejé unos pasos y volteé a verla. Suspiré, no podía ser tan cruel de dejarla así.

Me acerqué y con cuidado, la tomé en brazos ¡Vaya, jamás me imaginé en esta situación! Por suerte, debido a su delgadez, ella no pesaba nada. La cargué hasta su cabaña, y en silencio, entré, busqué en las habitaciones de abajo hasta que dí con la de las chicas. Sus tres hermanas se encontraban durmiendo, así que aproveche y apoyé a Alice en su colchón, puse mi camisa sobre ella y me alejé silenciosamente.

No sabía de donde había salido eso.

Quiero decir, ¡yo no soy así! Claro que era un caballero, e increíblemente atractivo para la población femenina. Pero diablos, yo jamás había hecho algo como eso.

¿Serían las influencias de la diosa del amor?

Sí, seguramente sí.

¿Y qué hay con sus amenazas? ¿Debería contarle a Alice? Es que no lo sé, lo veo terriblemente complicado, porque al fin y al cabo ni yo mismo soy capaz de entenderlo, me pasé tres meses investigando, creando e insistiéndole a Hefesto para que me dijera, o aunque sea una pista de dónde se encontraba Calipso. No había descansado ni una vez en todo ese período de tiempo. No pensaba rendirme todavía, la amo, y la volvería a ver. El caso es que no podía decirle eso a Alice, sería… totalmente extraño.

-¿Se te olvidó algo? –oí una voz detrás de mí, me di la vuelta, y la vi totalmente sonriente, con el cabello algo mojado y atado en una trenza, llevaba la remera del campamento y encima llevaba mi camisa, esta vez ella llevaba unos shorts ajustados de los que era difícil despegar la vista, me sonrojé y la mire a los ojos. Claro, tampoco era fácil despegar la vista de esos ojos ambarinos. Ugh, me lo hacía muy difícil.

-¡Alice! –la saludé acercándome, ella hizo un pequeño gesto con la mano, y se abrazó a si misma, frotando la camisa. Sonreí- Vaya, creo que no volveré a ver esa prenda en mucho tiempo, ¿no crees?

-Mm vine a de volvértela, pero ahora que lo pienso, mejor me la quedo.

-Descuida, tengo otra –reí- Si te gusta, ¿no prefieres la nueva? –pregunté.

Ella esbozó una mueca, visiblemente molesta, luego rodó los ojos, y la escuché mascullar algo como “Hombres”.

-Me gusta esta –luego se sonrojó- Pero claro, si la quieres de vuelta…

Fix Me {Leo Valdez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora