21. Ventis

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<Alice.>

¿Alguna vez han caminado de la mano de alguien sin que ningún sonido salga de su boca pero aun así entenderse? Era asombroso. Las yemas de sus dedos me acariciaban los nudillos, y teníamos nuestras manos firmemente agarradas pero sin apretar mucho, miramos hacia adelante todo el tiempo, pero intercambiamos una que otra sonrisa. No sabía si agradecer que el pequeño parque de Nueva Roma quedase relativamente lejos de la entrada al Campamento Júpiter, o de si el trayecto era demasiado corto, pero aquel tacto no hacía más que congelar el tiempo. De cualquier manera, era hermoso y terrorífico a la vez.

Esto ya me había pasado una vez. Claro, sí, había besado a bastantes chicos, y ni siquiera recordaba el nombre de la mitad de ellos, pero sentirme espantada como ahora, sólo me había pasado con Bruno. Él era simplemente perfecto, así que seguía sin entender por qué lo hizo, ¡incluso tenía descendencia italiana! Motivo para que mi madre lo considerase un miembro de la familia, y oh, eso me recuerda que ella no sabe que los dos rompimos. Bueno, da igual, no es algo de lo que deba preocuparme ahora.

Pero, Leo… ¿por qué me sentía así con él? Está buenísimo, eso está más que claro, pero la suya no era una belleza típica, sino que me encantaba su sentido del humor, su manera de arriesgar todo y esforzarse al máximo por las personas que más le importan, lo buen amigo que es: valoro nuestra amistad más que nada. Ay, Valdez.

No me gusta sentirme así, de hecho, lo odio.

Odio sentirme así de vulnerable y expuesta.

Pero sobre todo, odio el hecho de no poder hacer nada. Mis sentimientos jamás serían correspondidos, no importa lo que me haya dicho Piper, el único que tiene la respuesta es él. ¿Debería preguntarle? ¿O debería ofrecerle mi ayuda para encontrar a Calipso? ¿Existía la mera posibilidad de que el sienta algo por mí?

Lo miré por el rabillo del ojo, y lo sorprendí observándome, enseguida se puso rojo y se rascó la cabeza, nervioso, con su mano libre. Me eché a reír, lo que provocó que Annabeth se diese vuelta, por lo que codeó a Piper y Hazel y ugh, ahora todas estaban soltando risitas, supongo que decidieron ignorarlo, porque se hicieron las perdidas y volvieron la vista al frente. Volví a dedicar mi vista a Leo, quién me sonrió. En ese momento, sentí que los diez metros que nos separaban del grupo se convertían en kilómetros y que sólo estábamos Leo y yo, paseando cogidos de la mano, cómo cualquier pareja de semidioses en Nueva Roma.

No era de ponerme muy nerviosa en estas situaciones, así que me armé de valor y hablé:

-Me gustaría que más tarde pudiésemos hablar.

-¿Ah sí? –preguntó, visiblemente nervioso.

Asentí, frunciendo el ceño debido a ese cambio de actitud.

-Sí, ¿algún problema?

-En absoluto –meneó la cabeza, enérgicamente- Es más, iba a proponerte lo mismo.

-No me digas –no pude evitar sonreír- En el Argo II –prometí.

-En el Argo II –repitió.

Estuvimos aproximadamente, una hora en el parque discutiendo y debatiendo sobre nuestra misión. Al parecer, Dioniso (o al menos su versión romana, Baco) confiaba más en Jason Grace que en nosotros. No sólo le dio una lista con los posibles dioses a los que nos enfrentaríamos, sino que le dio un mapa con las zonas en las que era más probable que se encontraran, aunque no estaba especificado cuál dios encontraríamos ahí, fue un alivio, en parte, considerando que anteriormente, ni siquiera teníamos un punto de partida. Una hora después, luego de comer algo, despedirnos, discutir con Octavian y bla bla bla, ya estábamos de vuelta acomodados en el Argo II, y zarpando.

Fix Me {Leo Valdez}Where stories live. Discover now