EXTRA #2

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Maratón 1/2

Acabamos de entrar en el colegio, y como no podía ser la excepción, llegamos tarde nuevamente. Toda una vida llegando tarde, ¿por qué me iba a apurar hoy que es el último día?

El evento ya empezó, por lo que con Emily corremos por los pasillos hasta llegar con nuestros compañeros y dejamos que nuestros padres se acomoden en el salón de actos para esperar nuestra entrada triunfal.

Por lo visto fuimos las últimas porque el preceptor nos puso mala cara por la demora e hizo una seña para alertar a la directora que ya estaba todo listo y que podía proceder a presentarnos.

Doy un saltito de alegría y algunos de mis compañeros copian mi gesto mientras otros ya empezaron a llorar a moco tendido, una de ellas es Marina pero Bruno está intentando calmarla. Yo sonrió y me tomó mi tiempo para ver a cada uno de mis compañeros e intercambiarles palabras amables mientras que en mi mente acuden recuerdos que vivimos todos juntos, fueron muchísimas cosas: peleas, reconciliaciones, bromas, escapadas, y miles de situaciones más pero no me arrepiento de nada, conocerlos fue genial por más que no todos son mis amigos, son excelentes personas y les deseo toda la felicidad del mundo.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta que la entrada triunfal ya había comenzado hasta que el preceptor me toco el hombro y me aviso que era mi turno de salir:

- Abril Quintana -me nombró la directora.

Salí dando tumbos hasta que caí en la cuenta que muchos me miraban y empecé a caminar un poco mejor.

Todos los egresados nos ubicamos uno al lado del otro sobre el escenario para recibir nuestros diplomas y los aplausos de todas las personas que habían venido a vernos, mis ojos fueron rápidamente a mi papá que gritaba:

- ¡Ahí está mi hija! ¡¡¡No lo puedo creer, muy bien Abril, te amamos!!!

Me puse roja de la vergüenza e hice como si no los conocía pero fue inevitable porque papá estaba dispuesto a llamar la atención así que los salude y deje que mamá me sacase un millón de fotos.

- Bueno chicos, pueden ir a sentarse que vamos a ver un vídeo de su paso por nuestra institución -nos avisó la directora.

Todos nos fuimos rápidamente a nuestros lugares y nos predispusimos para ver ese vídeo, con Emily estallamos en carcajadas más de una vez al ver fotos viejas de nuestros compañeros, aunque cuando llegó el turno de que pasasen fotos nuestras nos hundimos en nuestros asientos, ¿a quién se le ocurre mandar fotos tan antiguas y en las que salí horriblemente mal? Desde mi lugar volteo para ver a mamá y hacerle una seña de enojo por las fotos que eligió mandar para el armado del vídeo, ella me sonríe y se hace la que no me entiende aunque estoy segura que comprendió el porqué de mí mirada asesina.

Después de ver ese vídeo que parecía interminable, la directora empezó con su monólogo felicitándonos por esta meta que logramos y por todo el esfuerzo que pusimos en ello, nos deseó muchísima suerte para lo que deseemos emprender en el futuro y nos recordó que las puertas del colegio estarán siempre abiertas para cuando lo necesitemos.

No voy a mentir, pero alguna que otra lágrima se me derramó cuando después de su discurso, pasaron al frente algunos de nuestros profesores para dedicarnos unas palabras. También me reí alguna que otra vez cuando los profesores se pusieron a contar algunas de las travesuras que les hicimos.

Fue un acto hermoso, y cuando ya estaba por llegar a su fin la directora nos preguntó si alguien quería pasar al frente para decir unas palabras, yo negué rápidamente con mi cabeza, no soy el tipo de persona que le gusta hablar frente a mucha gente y llamar la atención, pero Marina saltó de su silla para subir al escenario y desplegar un papel que resultó ser un discurso de despedida de unos diez minutos del cual solo oí la primera parte porque después Marina empezó a llorar de la emoción -por lo menos eso creo- y no se le entendió más nada.

Éramos un par de farsantes Where stories live. Discover now