CAPÍTULO 30

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Le dije a Fabri que mi mamá me había llamado y que tenía que irme. Se ofreció a acompañarme hasta la parada de colectivos pero me negué, tenía que refrescar mi mente y hacer un balance de las tres citas del día de hoy y no podía hacerlo si lo tenía al lado.

Me despedí y le dije que me gustaría que nos volviéramos a ver y él aceptó contento.

Al salir de la cafetería me dispuse a caminar esas dos cuadras que me separaban de la parada de colectivos pero apenas había llegado a la esquina de esa misma cuadra cuando sonó una bocina de un auto. Me imaginé cientos de escenarios feos posibles y apuré el paso, sin correr solo caminando más rápido hasta que escuche un grito:

— No te vamos a robar, subí al auto de una vez.

Puede sonar fuerte que te digan eso, pero solamente era Mora que me gritaba desde el asiento de copiloto de nuestro auto.

Me acerqué al vehículo y vi que mamá estaba al volante. ¡Seguro no se aguantó para retarme cuando llegue a casa que me vino a buscar hasta acá!

— Ehhh hola, ¿qué hacen acá? —les pregunto mientras me remuevo incómoda en el asiento trasero.

— Te vinimos a buscar hermanita ¿acaso no es obvio? —dice sarcásticamente Mora.

— Pero ¿cómo sabían que estaba acá? —les pregunto aún sin comprender.

Mora se gira en su asiento y me aclara que ella sabía la dirección porque estuvo al lado mío cuando organicé estas tres citas, y yo me pegó mentalmente por no haberme dado cuenta de ese pequeño detalle.

Ya pasaron un par de minutos desde que subí al auto y mamá todavía ni arrancó el auto ni me dirigió la palabra.

— Mami ¿del 1 al 10 que tan enojada estás? —le pregunto, le digo mami apropósito porque sé que eso le hace perder el enojo.

— ¿Del 1 al 10? 10 sin dudas —me responde mientras me mira seria a través del espejo retrovisor, yo tragó saliva para esperar a que me rete—. ¿Cómo vas a organizar tantas citas sin consultarme? ¿Acaso no sabes que soy tu madre? Me tenías que haber dicho así te ayudaba a prepararte.

— ¿Cómo? —cada vez entiendo menos.

— Abril, no me enojó el hecho de que hayas salido con algunos chicos, me molestó que no me hayas contado. De todas formas, estoy feliz de que hayas decidido dejar atrás a Bruno —me dice y se voltea para sonreírme.

— ¿Entonces todo lo que me dijiste por teléfono era una actuación?

— ¡Chocolate por la noticia! —se mete Mora en nuestra conversación—. No puedo creer que seas tan lenta. Vos no sos la única que sabe actuar en esta familia —me recuerda mi "adorada" hermanita.

— Vos cállate que estoy enojada de que le hayas contado a mamá de mi salida sin mi autorización.

— ¿Qué querías que hiciera? Pobrecita estaba desesperada de ver qué pasaba la hora y no llegaba su hija. Por cierto, ¿dónde está Emily?

— Ufff es una historia muy larga.

— Pues tendrás tiempo de contarla porque vamos a ir a la heladería —nos dice mamá.

— Siiii —festeja Mora—. Yo quiero de menta granizada y chocolate.

— Aún no entiendo cómo puede gustarte ese sabor. Para mi es como comer pasta dental.

Ella me mira ofendida y no me dirige más la palabra durante todo el camino.

***

Ya en la heladería pedimos un cucurucho para cada una y les cuento con lujo de detalles todo lo que sucedió hoy: desde lo raro que me había parecido que Teo y Manuel mencionen los mismos piropos al mismo tiempo, hasta la pelea de Emily con Manuel.

Éramos un par de farsantes Where stories live. Discover now