CAPÍTULO 54

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— Pues conociéndola... —empieza a hablar la directora mientras pone una cara pensativa—. Sé que no tiene muchos amigos en esta institución, así que las opciones se reducen a dos, o es Emily o es Bruno, y como Emily no puede ser, porque la encuentro muy relajada hablando con nosotras, supongo que a quien está intentando cubrir es a Bruno, ¿estoy en lo cierto?

Ante su repentina deducción me quedo con la boca abierta, me imaginaba que se darían cuenta que intentaba cubrir a Bruno pero nunca pensé que iba a ser tan rápido.

— Por la expresión de esta muchacha, supongo que tiene razón, aunque aún no entiendo por qué creen que le compro droga al señor Álvarez —interviene la profesora.

Aún soy incapaz de responder, simplemente me quedó mirándolas y Emily aprovecha para intervenir:

— No se haga la tonta, vimos que cuando él entró tarde en su clase, seguramente por ir a entregar algún pedido, usted no le consultó dónde había estado, cuando si hubiese sido cualquier otro alumno sin duda no lo dejaría entrar sin un interrogatorio previo. No nos quedan dudas que usted es su clienta, y quién sabe si algo más.

— No. ¡Yo no voy a permitir esto! —dice la profesora mientras se levanta rápidamente de la silla y da la vuelta al escritorio quedando al lado de la directora y en frente nuestro.

Miro aterrada a Emily, quizás la profesora esté escondiendo un cuchillo y ahora que nos enteramos de todo nos va a matar. Sacó velozmente el celular de mi bolsillo dispuesta a llamar a la policía en caso de verla hacer un movimiento brusco.

— Esperen, aún no me queda claro algo: ¿cuáles son sus argumentos para afirmar esas cosas sobre la señora Gutiérrez? —nos pregunta la directora con una nueva expresión en su cara, una expresión de ¿alivio?

No entiendo porque parece aliviada y decido contarle todo lo que sé:

— Hace un tiempo, Marina, la ex novia de Bruno, me contó que él vendía droga; desde ese día, me puse a investigar y tras la constatación de algunos alumnos descubrí que Marina no me había mentido. Ahora estoy intentando ayudarlo manteniendome cerca de él, aunque claro que mantengo mis motivos ocultos: no quiero que él se enteré que sé lo que hace porque sin duda se alejará y será imposible ayudarlo. Pero, hoy notamos esa actitud extraña entre ellos y empezamos a dudar, es que... ¿por qué la profesora lo dejaría entrar al aula veinte minutos tarde y sin ninguna pregunta de por medio? Es obvio que es porque ella sabe lo que él hace y sin duda le está compr... —me detengo al ser interrumpida por los gritos de mi profesora.

— TODO ESTO ES UNA ESTUPIDEZ, LA ÚNICA RAZÓN POR LA CUAL NO LE PREGUNTÉ PORQUÉ HABÍA LLEGADO TARDE ES PORQUE YO SABÍA DONDE ESTABA... —nos grita pero al ver que con Emily nos lanzábamos una mirada—. Y NO ES LO QUE USTEDES CREEN, ÉL ESTABA CON LA PSICÓLOGA.

— ¿Eh? ¿Qué está diciendo? —le pregunto extrañada.

La reacción de Emily es similar a la mía y ante nuestro desconcierto le pido que se explique mejor, sin embargo, la profesora se niega a hacerlo y esta vez se dirige a la directora.

— ¿Usted se dio cuenta? Me estaban acusando sin fundamentos, le repito: no toleraré que ellas sigan en este colegio, solicito que sean expulsadas por su falta de respeto hacia mi persona.

La directora pone cara de circunstancias y solo atina a decirle:

— Tiene razón, señora Gutiérrez, pero necesito hablar con ellas a solas un momento, ¿me permite? —le pregunta con una clara invitación a retirarse.

La profesora intenta negarse pero ante una dura mirada por parte de la directora se da cuenta que lo mejor sería marcharse, y es lo que hace: se dirige a la salida y sale pegando un portazo.

Éramos un par de farsantes Where stories live. Discover now