CAPÍTULO 50

454 53 379
                                    

Ni bien esa frase salió de mi boca me arrepentí al ver las caras de las chicas y los ojos desorbitados de mamá.

— ¿Qué Bruno está vendiendo qué? —me pregunta esta última levantándose rápidamente de mi cama.

— ¿Estás segura? —me consulta mi hermana y se coloca al lado de mamá.

— ¿Eso fue lo que te contó Marina? —me pregunta casi al mismo tiempo Emily

Okey, es obvio que está no fue la mejor manera de contárselos así que intento arreglarlo:

— Me parece que escucharon mal, les contaba que Bruno tiene un duende que hace yoga —les miento y me empiezo a morder las uñas nuevamente.

— Abril, te escuché bien, no intentes confundirme. ¿Es cierto eso que nos dijiste? ¿Cómo te enteraste? ¿Hablaste con él? —me interroga mamá.

***

Después de afirmarle que la noticia era cierta y que me la había contado Marina, mamá echó a las chicas: le dijo indirectamente a Emily si no debía volver a casa, por lo que, ella rápidamente se despidió y se fue haciéndome señas que más tarde me llamaría, y a Mora la envío a su cuarto con una orden expresa de no salir de allí hasta que sea la hora de la cena.

Una vez que quedamos a solas, me siento a su lado y le empiezo a relatar todo lo que averigüe desde el momento que me enteré de la noticia:

— Al principio también dude de la veracidad de lo que me contó Marina pero lamentablemente es cierta, me encargue de verificarlo antes de contárselo a alguien, ese alguien iba a ser Emily pero las cosas cambiaron

— ¿Cómo lo verificaste? —me pregunta mamá aún alterada por la situación.

— Al principio, intenté hablar con Marina para que me cuente más sobre el tema pero ella se negó rotundamente así que tuve que buscar por otro lado, quise hablar con Bruno sobre el tema pero no me sentí capaz de hacerlo, así que empecé a hablar con alumnos de otros cursos, claro que de forma discreta porque no quería que Bruno se enterase de lo que estaba preguntando —empiezo a decirle mientras me miro los pies, soy incapaz de verle la cara, no sé si me gustará lo que podré ver en ella.

Aclaré mi garganta que se había cerrado como si tuviera un nudo y proseguí.

— Hablé con muchos chicos y unas cuantas chicas, algunos no quisieron responder mis preguntas y otros me derivaban con otras personas, hasta que terminé hablando con un chico de más o menos la edad de Mora que me confirmo que Bruno era quien les vendía esa mierda, me ofreció revenderme pero me negué y me fui rápidamente del lugar —digo mientras levanto la vista para ver a mamá.

La veo mirándome fijamente sin pestañear y con la boca abierta por la sorpresa, yo me levanto y vuelvo a dar algunos pasos por la habitación.

— Una vez que confirmé la noticia volví a sentir ganas de ir a hablar con él de este asunto, pero me gano la impresión y no pude hacerlo. En su lugar, fui a su casa para hablar con su madre cuando él estaba en la clase de educación física, ella no me dejo entrar y me apuro para que vaya directo al grano, así que simplemente le informé de lo que Bruno estaba haciendo... —me interrumpo al ver a mamá llevándose la mano al pecho mientras suspiraba y abría aún más sus ojos, intento defender a Bruno aunque eso no tenga mucho sentido—. Aunque, claro que vos la conoces, y sabes que ella no lo quiere mucho, ni siquiera se interesó por lo que le contaba y me cerró la puerta en la cara diciéndome que tenía cosas más importantes que hacer que ocuparse de él.

Odio a esa mujer, desde que conozco a Bruno, esa mujer me parece un ser despreciable, nunca se interesó por lo que le pasaba a su hijo, y luego, tras que el padre de Bruno se marchara a vivir a España y desapareciera para siempre de sus vidas, la cosa empeoró mucho más: Mirian empezó a culpar a Bruno por haber causado que su padre se marchará, según ella esto no hubiese pasado si Bruno hubiese sido mejor hijo y los tratos hacia él fueron cada vez más distantes.

Éramos un par de farsantes Där berättelser lever. Upptäck nu