CAPÍTULO 34

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Todo iba bien, los gemelos estaban jugando y charlando con otros nenes. Nosotros los dejamos divertirse solos, mientras los mirábamos desde el banco en el que nos sentamos.

Charla va, charla viene, y yo no podía pensar en otra cosa que en sus labios, llevo soñando besarlo desde ese día en la cafetería, no me pude resistir por más tiempo e interrumpí su charla para hacerlo, fue un momento hermoso, pero fue mi tercer error. Ese momento de distracción fue suficiente para que los gemelos nos vean, y nosotros no queríamos que se enteren de esa forma.

Les cuento que fue lo que pasó mientras nos besábamos, en el momento no nos enteramos, pero después nos lo contó Iván: los gemelos querían que los hamaquemos y venían a pedírnoslo, pero vieron que estábamos ocupados, y volvieron a la zona de los toboganes. Adrián empujo a todos los nenes que estaban haciendo la fila para subirse y se tiró primero, uno de los niños a los que empujó, se enojo y se tiró por el tobogán, sin esperar que Adrián se baje del mismo, y como el otro era más grande y pesado llegó al final del tobogán antes que Adrián y lo empujo, cayendo juntos al piso, Adrián se lastimo y empezó a llorar.

Pero eso nos enteramos después, en ese momento, nosotros estábamos en nuestro beso, ambos habíamos cerrado los ojos y nos besábamos con pasión, hasta que escuchamos que alguien tose cerca nuestro. Nos separamos y vemos a una señora, con un nene. La mujer se aclara la garganta y nos pregunta:

— Disculpen, ¿ustedes vinieron con los gemelos?

— Si, ¿por qué? —le pregunta Fabri.

— Mil perdones, mi hijo se tiro por el tobogán al mismo tiempo que uno de los gemelos y ambos cayeron —nos dice, mientras le acomoda el pelo al nene que tiene al lado, supongo que es su hijo, todos miramos para el sector de los toboganes y vemos que un gemelo estaba llorando y que el otro lo abrazaba.

Fabri salió corriendo para aquel sector y yo le agradecí a la señora por venir a contárnoslo, le dije que era algo que podía suceder y que se quedase tranquila.

La señora me agradeció por mi comprensión y se fue con su hijo a buscar sus cosas para irse. Caminé hacia los chicos, pero apuré el paso a ver a Fabri preocupado.

— ¿Qué pasó hermoso? —le pregunto al nene para no tener que adivinar cuál de los dos es.

— Me duele —le dice a su hermano mayor mientras se toca un brazito.

Fabri me mira y yo lo miro a él, decidimos ir al hospital porque el niño está llorando demasiado, no creo que sea un simple raspón.

***

Fuimos de camino al hospital caminando porque eran pocas cuadras, de mi mano derecha estaba agarrado Iván y me contó lo que había pasado. Fabricio iba unos pasos más adelante llevando a Adrián a upa, mientras llamaba a sus padres para avisarles.

Me sentí muy culpable por la situación, fui yo quien propuso ir a esa plaza, por mi culpa no estuvimos atento a los niños, no sé si Fabricio está enojado conmigo, no me animé a preguntarle porque está caminando a paso enérgico, y con Iván intentamos seguirle el paso.

Llegamos al área de urgencias del hospital, y por suerte no tuvimos que esperar demasiado para que nos atiendan. Fabri nos dijo que lo esperemos sentados, y entró al consultorio con Adrián, y con un médico.

Iván no parecía muy preocupado pero a mi se me salieron unas cuantas lágrimas, primero porque no sabía cómo estaba Adrián y segundo porque fue mi culpa que se haya lastimado.

Cerré los ojos al llorar y me sorprendí al sentir que unos brazitos me envolvían, era Iván que me abrazaba sin decir nada. Ese abrazo inesperado pero reconfortante me hizo entender que yo soy la mayor acá, y que no tengo que dejar que Iván se preocupe por su hermano o por mí sino que tengo que distraerlo hablándole de otra cosa.

Éramos un par de farsantes Where stories live. Discover now