CAPÍTULO 42

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Apenas pasaron diez minutos desde que empezó la película, cuando Fabri pasó su brazo sobre mis hombros, acercándome más a él, es un gesto cliché pero no voy a mentir: ¡Me encantó que lo hiciera!

Nos quedamos en esa posición por unos cuantos segundos, yo esperaba que me besase él, pero al ver que no lo hacía, me fui acercando un poco más y después él avanzo otro poco, y nos besamos.

Entre beso y beso ya pasó mitad de película y lo único que hacemos es mirarnos a los ojos, susurrarnos cosas y explorar nuestras bocas.

— ¿Pueden despegarse de una vez? ¡Hay nenes pequeños en la sala! —nos dice por cuarta vez la mujer que está sentada en la fila superior a la nuestra.

Realmente no sé por qué le molesta, no estamos haciendo ruido y no le estamos tapando la pantalla, que se dedique a ver la película y no a molestarnos a nosotros.

— Disculpe señora, pero ¿podría callarse? —le dice Mora que está sentada justo arriba de ella. – Estamos intentando ver la película y si usted habla nos distrae.

— ¡Es verdad, no me deja escuchar! —dice Adrián y hace puchero.

— GUERRA!!! —dice Iván antes de agarrar los pochoclos que tenía Adrián en su regazo y tirárselos uno por uno a la mujer.

Adrián se suma a la pelea y se sube a la silla y agarrando unos cuantos pochoclos para tirárselos.

El niño que estaba sentado junto a la mujer se larga a llorar cuando le caen unos cuantos pochoclos en la cara, y su hermano se suma a la pelea para defenderlo, y le lanza unos cuantos pochoclos a los gemelos. Mora se enoja y empieza a defender, como pata a sus patitos, a los gemelos, y le empieza a arrojar pochoclos a ese nene.

La señora empieza a los gritos llamando a seguridad, y toda la sala se da vuelta para ver el espectáculo, ignorando la película. Muchos de ellos se suman a la guerra de pochoclos.

Fabricio me señala con la cabeza la situación y empieza a hacer bollitos de papel con las entradas y las revolea hacia donde está la pelea. Yo hago lo mismo. ¡Que nadie se meta con mi familia: ni con mi hermana ni con los hermanos de mi chico!

Empezamos a discutir con la mujer a los gritos y varias personas sacan su celular, activan sus flashes y nos graban.

La mujer quiso abalanzarse sobre mí, pero justo llegan dos hombres de seguridad y le piden que se retire de la sala. La mujer se niega y se vuelve a acomodar en su asiento. Yo le hago una seña a mi hermana para que calme a los gemelos y así salvarnos del reto, ella les susurra algo y ellos se acomodan rápidamente y ponen carita de inocentes.

El de seguridad le repite a la mujer que debe retirarse de la sala, y ella sigue negándose, por lo que muchas personas dentro del cine se quejan de su actitud y le piden que se comporte como una mujer mayor y salga de una buena vez.

Ante los reclamos de la mayoría, la mujer sale junto con sus hijos, acompañada de una persona de seguridad, el otro hombre se acerca a nosotros y nos dice:

— Ustedes dos, conmigo —nos señala y luego señala el lugar donde se encuentra parado.

Nosotros nos acercamos medio reticentes, pero cuando ya estamos a su lado nos dice:

—Por esta vez se salvan, y se quedan aquí dentro, pero no quiero volver a escuchar quejas sobre ustedes porque sino los saco del lugar. ¿Entendido?

Nosotros susurramos un sí. Pero él no se conforma con su respuesta, y sube el volumen de su voz para decir:

— Pregunté si lo entendieron. ¡Respondan!

Éramos un par de farsantes Where stories live. Discover now