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Treinta

Crawford Kim Rose

Podría decir que me había sentido molesta luego de ver a aquella chica en la casa de Jin sin embargo aquella escena y lo que había dicho está solo habían hecho que mis ojos se abrían de una forma más clara y acabe por darme cuenta que de una vez por todas que debía tomar una decisión.

Me había plateado como sería todo y mi pecho había empezado a doler sin embargo estaba cansada de todo esto y no importaba como concluyera la decisión más certera era esta.

-Sabes que te apoyare en lo que sea- había dicho Yoongi el cual había tratado de mantenerse sereno y parcial, era claro que trataba de no decírmelo "te lo dije", pero lo tenía en la punta de su lengua.

-Puedes decírmelo- replique esperado su reprimenda.

-Te lo dije- ni siquiera había dudado -¿Ya planeaste como se lo dirás?- cuestionó, su voz había cambiado, ahora usaba un tono más serio.

-Realmente no estoy segura... supongo que algo se me ocurrirá- expliqué suspirado.

-Rose se que no quieres escuchar esto pero deberías tomarte tiempo para ti... para pensar en lo que de verdad quieres... se todo lo que has pasado con Jin pero estás segura que quieres acelerar todo esto?- y tenía razón.

-Siempre tienes razón.

-Vamos Rose... no me des la razón y piensa en lo que tú quieres... todos pueden opinar pero nadie puede tomar decisiones por ti.

-Pero tengo miedo a equivocarme.

-Rose... Rose... Rose...- había usado aquel tono de voz el que manifestaba lo cansado que estaba de repetir una y otra vez aquello -No has sufrido lo suficiente... no necesitas a nadie para ser feliz.

Fue ahí cuando pude entender que tenía razón, después de tanto tiempo había empezado a temer estar sola y más que nada temía acabar por darle razón a mi madre la cual se había encargado de advertirme aquello.

Quizá la soledad no podía ser tan mala como me había planteado, quizá la necesitaba para entenderme y entender todo lo que había pasado.

Luego de cortar la llamada con Yoongi había permanecido en el mismo sillón de antes y no pude notar como el tiempo había empezado a correr.

La puerta de la entrada principal había sido abierta, anunciando la llegada de Jungkook.

Este había camino hasta mí, se detuvo y sin decir nada se había dedicado a observarme como si tratara de descubrir algo en mi.

Estuve a punto de saludarlo sin embargo este había empezado hablar.

-¿Que hiciste hoy querida esposa?- sus pasos habían empezado a ser más lentos y cautelosos.

-Fui a ver a Jin- podría asegurar que un grito saldría de sus labios sin embargo actuó de manera diferente -Me invitó a comer... creí que sería algo simple sin embargo ya sabes cómo es él.

-Ya veo- se había inclinado hasta mi para posar sus manos sobre las mías -¿Rose aún puedo confiar en ti?- cuestionó mientras llevaba su mano hasta mi mejilla como si tratara de imitar una acción que era clásica en Jin.

-¿A que te refieres?- cuestione y a pesar de que había notado que este trataba de conseguir una respuesta para él no me sentía con energía de darle la razón.

-Rose, puedes decir que me amas- aquello me había tomado desprevenida -Quiero que todo esto se acabe... ¿No quieres lo mismo?- y supongo que nadie podría juzgarme si dudaba de él sin embargo aquella forma de hablar y su mirada me decían todo lo contrario -Te amo y estoy seguro que nunca amaré a nadie igual... Dejemos todo esto y vamos de aquí... sin pensar en el dinero o el pasado... empecemos juntos otra vez, no tenemos nada aquí- replicó acercado más su rostro al mío.

Mi pecho había empezado a acelerarse al igual que mi respiración por qué no había mejor propuesta que aquella, por que así era Jungkook, era alguien que lograba hacer que muchas cosas en mi vida dejaran de  tener sentido, que nada más importara.

-¿Hablas enserio?- pero no era la primera vez que decía algo como eso, sin embargo aún quería creerle.

-Haría lo que sea por ti- sus labios se habían posado sobre los míos.

Y me sentía débil otra vez. Estupida y tonta.

-¿Tu también harías lo que sea por mi, ¿Verdad?