Cincuenta y cuatro

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Bae Joohyun

Todo daba vueltas, mis pensamientos, mi vida y mis desiciones.

Siempre había deseado, y como mi madre solía decir "más de lo que merecía", sin embargo en medio de todo aquello aún no podía dejar de pensar en Kim Seok Jin.

Quizá era egoísta, pero supongo que aquello fue algo de lo que siempre fui consiente.

Sin embargo a diferencia de muchas veces, era la primera vez que mis deseos pisoteaban de aquella manera mi corazón.

Pero supongo que todos de una manera u otra deseamos ser amados.

Era correcto, quizá no pero ¿cuán diferentes eran mis deseos a los de los demás?, quizá incluso comparados con las de una fan hacía un artista, siempre creyendo conocerlo.

Pero como me había dado cuenta que Soek Jin estaba más distante de lo que imaginaba.

Como es que en general su sonrisa era tan falsa conmigo como lo era con los demás, como es que al final del día sus ojos solo brillaban cuando la veía a ella.

Porque incluso a pesar de amarlo de aquella manera, incluso a pesar de ser capaz de dedicarle mi vida y mi exigencia por completo, para él quizá solo sería un rostro que quizá alguna vez vio.

Y eso había dolido, y aún así me había identificado con su dolor hacía Rose.

Tener a alguien, junto a ti y aún así saber que nunca sería tuyo.

Claro que aquello sólo podía significar volver a estar perdida, ser consumida por el existencialismo otra vez y ver que muchas cosas otra vez perdían el sentido.

Quien era el malo aquí, en general las películas siempre tienen que echarla la culpa a alguien y a pesar de que durante varios meses, aquel papel se lo había atribuido a Rose, también me sentía torturada por tampoco poder entenderla.

Y a pesar de que en este momento me sentía enojada y frustrada, había odiado tener que darle la razón a Jin.

Quizá después de todo una amiga no le venían mal a nadie, acto que me puso más melancólica, puesto que de la misma manera con la mayor parte de personas que alguna vez pude entablar una amistada, me había comportado como una perra.

Y ahora me encontraba bebiendo en una barra de un bar, mientras escribía un mensaje que enviaría a tres diferentes remitentes.

Porque al final de todo había optado por dejar que el destino tomara las desiciones por mi.

Una simple dirección, con una simple oración "ayuda"

Nada más que eso.

Y mientras las copas se hacían botellas, mientras mi visión otra vez se volvía borrosa, parte de mi empezó a entender que quizá estaba más sola de lo que creí.

Personas como yo no pueden ser salvadas.

Quizá permanecería en este bar, caminaría al baño y vomitaría con la esperanza de morir en el proceso.

Sin embargo mis piernas habían empezado a temblar y casi no podía andar.

Cuando dolía mi pecho, y que bien sabía el alcohol.

Le había enviado el mensaje a Jungkook, con la esperanza de que al menos nuestro convenio le diera la responsabilidad o el interés, sin embargo estaba segura que al final del día, casi como Rose y Jin, yo lo le importaba. Incluso si a veces lo decía, nada era más importante que él mismo, que su ego y su falso dolor.

También le escribí a Jin, desando que fuera mi héroe como en otras ocasiones, porque incluso si dolía deseaba ser amada por él, pero quizá no era algo que debía ser.

Incluso cuando podía quedarme dormida en aquel lugar, empecé a sentir que quizá nadie me ayudaría.

Estaba sola, como siempre en mi vida.

Mis ojos habían empezado a pesar y en realidad no estaba segura de que pudiera continuar.

-Irene ¿estás bien?- había replicado mientras se acercaba y evitaba que mi cuerpo se desplomara.

-¿Acaso eres tú mi ángel?- replique mientras lágrimas caían de mis ojos y me aferraba a su cuerpo buscado protección -La vida no es justa.

-Eso creo- replicó acariciado mi cabeza y tomado mi mano para sacarme de aquel lugar -Pero eres más fuerte de lo que crees- y cuanto me ayudaban sus palabras, cálidas y en general muy necesarias para mi.

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