Parte 10

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-¿A qué hora crees que vendrá Javier?, mañana vuelven Marijo y  Fede  –preguntó Carla.

-Supongo que me llamará, no hablé con él ni una sola vez en estos nueve días –respondió Laura, con la mirada perdida en su anillo que giraba y giraba entre sus dedos.

-No quise preguntarte porque te veía bien y te di el tiempo suficiente para que pensaras,  pero me parece que es hora de conversar  con tu mejor amiga y que me digas que decidiste –la increpó Carla, sabía, porque la conocía, que necesitaba hablar después de tanto silencio.

-Sí, quiero contarte lo que decidí y si no lo hice antes es porque anoche fue mi última conversación con Hernán para cerrar el tema, estaba esperando una respuesta de él.  Quería tomar la decisión por mí misma, si te lo contaba opinarías  y podrías  hacerme cambiar de parecer y realmente necesito hacer lo que voy a hacer. Me voy a trabajar  un tiempo al interior –dijo Laura segura de sí misma. –Es lo mejor para todos.  Estos días, sola estuve muy bien, me dediqué al trabajo,  a mí,  me sentí útil nuevamente, mi autoestima volvió a ser la de antes, hace días que derramo una lágrima, quiero estar sola y cuando le propuse a Hernán volver a la oficina él me dijo que la empresa para la que  estaba  trabajando me quería en un nuevo proyecto, pero en Junín. Le parece una buena propuesta lo de esta empresa y cree que es una buena posibilidad para abrir una sucursal allí y me pidió a mí hacerme cargo del proyecto,  me alquila un departamento, me dan dinero para gastos  y un buen sueldo, no quiero más que eso.  Sé que sola puedo volver a tener paz interior,  eso es lo que busco,  quiero recuperar mi esencia y,  si es posible,  mi felicidad.

-¿Y Javier? ¿Se lo dijiste? –preguntó Carla angustiada, no tenía palabras para decir, nunca creyó que su amiga pudiera tomar una decisión  como esa.

-Todavía no, se lo voy a decir cuando vuelva a casa,  sé que me va a entender o eso espero, supongo que le habrá pasado lo mismo estos  días en soledad.  Y si no,  será una nueva discusión y ya estamos acostumbrados –dijo Laura sarcásticamente. –Carla,  ya no era vida la que llevábamos juntos, las discusiones  y  peleas por cualquier cosa desgastan a cualquiera, yo no nos soportábamos  más.

-Me da pena por ustedes, son mi  ideal de pareja. Pero es cierto que un tiempito más, tal vez, sea bueno para los dos. ¿Cuándo te vas y por cuánto tiempo?

-Ya está todo arreglado para irme, si quiero mañana mismo, pero voy a esperar a Javier y vuelvo cuando se abran las oficinas  en seis o siete meses  supongo, si todo sale como lo proyectamos – dijo Laura.

-¿Estás segura?  Es mucho tiempo, te voy a extrañar –le dijo a Laura sonriendo y con lágrimas en los ojos - Quiero dirección, teléfono y días en los que te podemos visitar.  Sabes que sos como mi hermana y me duele tanto como a vos todo lo que te está pasando y como si fuera poco,  adoro a Javier,  pero te soy incondicional,  contá conmigo para lo que sea. No me gusta que te vayas, pero te entiendo.

-Lo sé –respondió Laura con un fuerte abrazo a Carla. –Te quiero mucho.

Javier volvió al otro día como esperaba  Laura,  a media tarde,  ya que los dueños de casa volvieron de las vacaciones por la mañana y él los había invitado a almorzar en agradecimiento por ofrecerle refugio.

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