Capítulo 9: Provocación letal

116 40 229
                                    

Schiltach, Alemania
24 de Agosto del 2021
10:30 pm

Miykal Lawler

Siento ansiedad por tenerlo a mi lado, no ha dicho ninguna palabra desde que ingreso por esa pequeña puerta de madera. Sus ojos inspeccionan hasta el más mínimo detalle de mi hogar, estoy comenzando a irritarme por su comportamiento y las ganas de querer golpearlo aumentan cada vez cuando observó esa pequeña mueca de disgusto que su rostro expresa sin ningún escrúpulo, es como si le molestará estar encerrado en este humilde lugar. No lo puedo culpar por tener esa actitud, supongo que jamás en su vida había contemplado la idea de estar en un espacio con pocos lujos o peor aún visitar a alguien de tan bajos recursos que no estuviese a la altura de su nivel. Al parecer los de clase media le parecemos insignificantes y la verdad no pretendo halagarlo ni sentirme avergonzada por no atenderlo como él cree merecer. Esta es mi casa, si no le gusta puede irse en cualquier momento. Es sorprendente y al mismo tiempo divertido verlo tan perdido en mi mundo, cada gesto que hace me resulta reconfortante así sé que no soy la única sufriendo con este terrible acuerdo.

El rico visitando al pobre, el Dios visitando al mortal

Parece un niño explorador buscando encontrar algún tesoro prohibido, sus manos recorren cada cosa material con precaución y cuidado. Es como si él temiera romper algo o peor aún evitará dejar huella alguna en los objetos que palpa, definitivamente mi racionalidad ha dejado de existir mientras mi cerebro no deja de enviarme impulsos gritándome internamente que tengo al frente un asesino serial pero ¿Con qué argumento creería tal aborrecimiento? Necesito ir urgentemente al psiquiatra y decirle que me recete nuevas pastillas para estos delirios que no dejo de pensar una y otra vez.

Mi locura me está absorbiendo

Por estar pérdida en mis pensamientos no me doy cuenta de que los ojos de Damian Deutsch observan con detenimiento una de las fotografías familiares de la repisa, fue la última vez que vi a mi madre sonreír antes de morir. Éramos felices o eso creía hasta aquel fatídico día donde la hallé colgada en mi habitación, ni siquiera grite pues pensé que solo se trataba de una pesadilla más. Sin embargo aquel cuerpo morado y frío decía todo lo contrario, realmente ya no respiraba ni tampoco volvería abrazarme. Por muchos años deseé con todo mi corazón que ojalá hubiese sido un homicidio y no ningún suicidio porque así tendría a alguien a quien culpar. La gente siempre susurraba sobre lo débil, patético, malévolo e indignante acto que mi progenitora había hecho pues abandonó a su esposo y a su pequeña de tan solo seis años de edad. Muchos opinaban y decían palabras hirientes acerca de nuestro caso, hasta intentaron quitarle la custodia a mi padre debido a que ser jefe de policía representaba un gran peligro que atentaba con mi vida pero al no poseer otro familiar que se hiciera cargo de mí, aquella petición hecha por la comunidad fue denegada. Inmediatamente Dominic Lawler solicitó cambio de ciudad y así fue como terminamos viviendo definitivamente en Londres después de haber pasado por tantos lugares de este trágico mundo.

Una sonrisa se deslumbra en la cara de mi invitado lo cual desencadena inevitablemente que dos hoyuelos se formen en cada lado de sus mejillas. Utiliza el pulgar para recorrer suavemente aquella fotografía que tanto le ha llamado la atención, es como si disfrutará de ese mágico, espeluznante y extraño roce hasta que se detiene en la silueta de mi cuerpo. Con su lengua moja sus provocativos labios los cuales se encuentran resecos por la ansiedad revelada, cierra los ojos como si se estuviese imaginando el mejor escenario de placer que alguna vez en su vida quisiera tener y sin previo aviso o permiso suelta un bajo gemido que resulta erizando por completo cada zona de mi blanca piel. Debería estar asustada por aquella reacción tan pervertida, repulsiva y extremadamente impulsiva pero es todo lo contrario a lo que realmente siento en este preciso momento, me gusta verlo tan excitado y sumido por el deseo de tocarme.

MI SANGRE EN SUS MANOSWhere stories live. Discover now