Capítulo 33: Un pecado más

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Schiltach, Alemania
28 de Septiembre del 2021
1:30 am

Miykal Lawler

Cuando era niña pensaba que los soldados eran insensatos al dar su vida por personas que no conocen y nunca lo harán, es decir ¿Cómo puedes arriesgar tu bienestar sin recibir nada a cambio? No somos gatos con siete oportunidades para volver de la muerte, ni tampoco seres inmortales cuyo poder les ayude a sanar heridas profundas y poco recuperables sin embargo ahora que estoy al otro lado de la balanza entiendo mejor el panorama, no es un acto de suicidio, es sacrificio, donde la valentía es el escudo y la idiotez la armadura que protege. Ya no queda tiempo, debo ascender antes de que el eclipse termine, vida o muerte, dos caminos, un solo destino.

No necesito más pruebas, ellos son las criaturas que generan caos en este pueblo infernal, sé su secreto y ahora saben el mío, me han ofrecido una alianza, encubrir mi error a cambio de una simple condición: realizar el juramento demoníaco, la hija prodiga debe volver a casa, después de todo es hora de asumir el legado y reinar con la peor criatura que ha existido desde la creación: Damian Deutsch.

Al entrar al infierno nunca imagine que estuviese ubicado en el sótano de una mansión majestuosa, calderos gigantes guardan en su interior grandes llamas infernales las cuales se intensifican a medida que su amo avanza por su lado. El suelo es de oro al igual que las columnas, es como si estuviese en el panteón de los dioses, donde el ángel caído representa al ser supremo y los demás son sus fieles seguidores. No hay un cerbero custodiando el lugar pero si demonios que danzan de alegría al ver que su padre ha regresado del mundo mortal. Gotas de sudor descienden delicadamente por mi frente, la temperatura es demasiada alta, mi garganta está exigiendo a gritos un poco de agua, debo beber algo antes de morir por deshidratación.

—¡Caín! Traed algo de tomar a mi reina—ordena con autoridad Damian Deutsch a una de las almas condenadas quien no duda en hacer lo que su amo le ha exigido.

—Espera ¿Es el de?—cuestiono aturdida por lo que acabo de presenciar.

—Pequeña ¿Dónde más creías que iba a encontrarse?—besa mi frente el monstruo y nuevamente entrelaza nuestras manos conduciéndonos a un gran salón.

Al entrar quedo absorta por la belleza y elegancia del lugar, su arquitectura es indescriptible, tres tronos se hallan al final, el de la mitad más grande que los otros dos pero igual de poderoso e imponente a los demás. Oro y cristales adornan cada detalle, una alfombra roja se desliza hasta llegar a los pies del altar.

—Esto no es real—susurro impresionada observando este mundo sobrenatural.

Antes de que pueda decir alguna otra palabra, Caín llega y me entrega una copa de oro la cual no tardo en aceptar. Bebo en seguida sin preguntar ni reparar en lo que hay en su interior, un error que me traumara de por vida. Sangre empiezo a escupir, intentando reprimir las ganas de vomitar, el sabor a hierro se queda incrustado en mis papilas gustativas ¿Cómo pude pasar por alto el detalle de que estoy en el infierno y no en un maldito hotel?

—¿No te gusto?—cuestiona divertido Damian Deutsch por mi repulsión—Con el tiempo la amaras, es nuestro elixir más preciado.

—Prefiero morir de sed que volver a probar esa cosa—contesto malhumoradamente mientras seguimos caminando por otro pasillo.

—Cuidado con lo que deseas, pequeña—advierte juguetonamente la criatura infernal—Ven, creo que necesitas un baño.

—¿En serio? ¿Qué te hace pensar tal cosa, mi rey?—cuestiono sarcásticamente—¿Será la sangre de Charlotte Müller o la de personas no identificadas que acabo de saborear?

MI SANGRE EN SUS MANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora