Epílogo

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Schiltach, Alemania
31 de Octubre del 2021
12:59 am

N/A

En las calles lúgubres y desoladas un alma lucha por su vida. La sangre fluye abundantemente como si se tratase de un río que ha sido desbordado, los pies desgastados están debido a la fricción que su piel desnuda realiza cuando entra en contacto con el pavimento frío y repulsivo. La visión al igual que los otros sentidos se van apagando cada vez más gracias al efecto de la droga que ahora circula libremente por su organismo, instaurándose lentamente, consumiendo por completo cualquier rastro de racionalidad, apoderándose de todos los rincones de su cuerpo hiriente. El vestido blanco se ha impregnado rápidamente de un ardiente y deslumbroso rojo carmesí, los tacones ha perdido al igual que las plumas que enmarcaban las alas del disfraz de ángel que usaba. El maquillaje que con tanto esfuerzo y pasión realizó ya no existe más, las pocas probabilidades de salir con vida son escasas y a pesar de la cruel realidad trata de huir porque si debe morir lo hará batallando hasta el último minuto.

Miykal Lawler desconoce lo que ha sucedido mientras estuvo en el Infierno, ignoró el hecho de que cuando ingreso a ese oscuro lugar era 28 de septiembre y ahora es el día de su cumpleaños, acaso es posible ¿Viajar en el tiempo? La respuesta es no. Aquel sitio de discordia no se rige por las mismas leyes de nuestro mundo, no existe el espacio ni ninguna otra medida que permita cuantificar con exactitud el día o la noche. Fueron treinta y tres días donde el ciclo se repetía, treinta y tres oportunidades de lograr engendrar un hijo en dicho cuerpo mundano pero glorioso pues en su sangre corre la oscuridad que en ninguna otra mortal se podía hallar. Eso explica porque se sentía tan débil, agobiada, abatida, completamente desamparada. Sin embargo no fue la única en sufrir, Erik Friedrich estuvo a su lado, siendo castigado, crucificado, humillado hasta no poder resistir más el daño mental que le ocasionaba el hecho de imaginar a su alma gemela sumergida en una fantasía que pronto le costaría la vida.

Damian Deutsch planeó cada movimiento a la perfección, supo que hilos jalar y manipuló a su gusto los talones de Aquiles de los demás. El plan siempre fue obtener a Miykal Lawler a como de lugar aunque jamás contempló la idea de que su amada prefiriera estar en brazos de otro hombre, razón por la cual dejó lo mejor para el final. Sabía que su mejor amigo lo traicionaría a como de lugar, lo identificó aquella tarde cuando Gael Gottsched le advirtió que se encargaría de arrebatarle lo único importante que de verdad fragmentara su podrido corazón: el futuro de un hijo varón quien heredará el reino del inframundo por toda la eternidad. Por tal motivo no tuvo otra opción que abordar, decidió devolverle lo que tanto anhelaba el demonio aliado, un alma, específicamente la de Abigail Williams quien se encontraba descansando en las aguas cristalinas del Edén.

Un jaque mate perfecto, donde la única víctima de este juego mental es la pequeña, reina de demonios por naturaleza. Los habitantes de Schiltach han sido drogados, el padre de Miykal Lawler vive en una completa ilusión, nadie puede escuchar los gritos que implora desesperadamente por las calles del pueblo. Esta sola, aunque intente defenderse pronto caerá.

Miykal Lawler

Me tienen acorralada, no hay salidas ni ninguna oportunidad de huir. Ellos poco a poco me rodean, asegurándose y cerciorándose de que evite realizar algún movimiento que ponga en riesgo el futuro del infierno. Damian Deutsch sigue sonriendo ocasionando que dos hoyuelos aparezcan en sus mejillas, su felicidad es peligrosa como si estuviese a punto de recibir el mejor premio de todos, mi vida.

—Sabéis ¿Cuál fue tu más grande error?—pregunta el rey del inframundo observándome sin titubear—Tentaste al peor de los demonios y conmigo nadie juega, pequeña.

—Asesinadme de una vez, sacad al monstruo que llevo dentro y tiradme a los perros si es necesario—mi voz quebrantada no resiste otro segundo en esta batalla—Terminad para siempre con este maldito momento.

MI SANGRE EN SUS MANOSWhere stories live. Discover now