Capítulo 4: Tanteando al enemigo

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Schiltach, Alemania
24 de Agosto del 2021
4: 45 am

N/A

Al dormir todas sus preocupaciones se evaporaban como si aquellas nunca hubiesen existido atormentándola en cada segundo de su jodida vida. Se sentía tan bien poder descansar de los pensamientos negativos y persuasivos que giraban en torno a ella. Una vez que vomitó se liberó por completo de aquel opresivo dolor que no la dejaba respirar con tranquilidad. No supo qué pasó en su ausencia, aunque su cuerpo estuviese presente evidentemente su alma no estaba consciente. Ahora se encuentra en paz y muy cómoda en aquellos brazos que la sujetan por los aires con suma delicadeza como si en algún momento se fuera a quebrar. No recordaba la última vez que su padre la había posicionado de esa manera, tan intima o amorosa. Instantáneamente y sin detenerse a racionar rodea firmemente el cuello de su salvador para demostrarle lo mucho que le gusta estar así, pequeños gemidos salen de su boca pero no son de lujuria sino de felicidad. Desea con todo su corazón que este momento nunca termine, es perfecto y correcto. Ojalá hubiese usado más sus neuronas para diferenciar el grosor de aquellos músculos que la cargan sin temblar.

—Siempre seré tu pequeña—ronronea Miykal Lawler bastante conmocionada—Oh padre, que bien hueles.

—Gracias hija pero temo que el cumplido no debe ser para mí sino para tu nuevo amigo—contesta alegremente Dominic Lawler.

Pero ¿Qué?

Como si hubiese visto al maldito fantasma de la ópera ella salta tratando de alejarse lo más posible de Damian Deutsch quien no deja de guiñarle el ojo por tal revelación que ha salido de aquellos hermosos y cautivantes labios. En un susurro casi imperceptible, le dice que no le molesta para nada tenerla entre sus brazos lo cual provoca que la chica se ruborice aún más.

—Hija ¿Te encuentras bien? Tus mejillas están rosadas ¿Tienes fiebre?—cuestiona preocupado su padre.

—¿Qué fue lo que sucedió? ¿En dónde estamos?—pregunta ella tratando de evitar el tema, sus ojos ahora se magnifican al ver aquella mansión enorme y alucinante en la que se encuentran.

—En mi humilde morada—responde Damian Deutsch orgulloso de provocar dicha emoción—Te traeré una camisa y el botiquín para curarte de una vez por todas.

—Muchas gracias de verdad es gratificante saber que aún existen jóvenes como tú—exclama Dominic Lawler amablemente por la situación.

—Las apariencias engañan papá—contesta Miykal Lawler mientras observa con detenimiento aquel individuo que desaparece por el pasillo.

—Hija ten un poco más de respeto, él nos está ayudando—replica su padre bastante molesto por el comportamiento de la pequeña.

—Es que no entiendo, siempre desconfías de las personas y odias a cualquier espécimen del género masculino—replica la chica sin entender por qué su progenitor actúa tan raro.

—Él no ha hecho nada malo para que sospeche o ¿Sí?—cuestiona a su hija quien parece dudar de su respuesta—Si hay algo que me estás escondiendo es mejor que me lo digas ya.

Miykal Lawler está preparada para confesar sin embargo es interrumpida por una voz varonil bastante desconocida que inunda el lugar. Otro Dios aparece solo que no tan alto como Damian Deutsch, este por su parte tiene los mismos dotes: unos músculos demasiado pronunciados y un culo muy provocativo. Sus ojos son de un color negro intenso, una trampa mortal que a cualquiera tentaría menos a ella. Su cabello marrón oscuro le da un toque bastante peligroso y varios tatuajes en forma de diferentes letras aparecen adornando su fornido antebrazo. Por más que lo intente la chica no logra traducir o encontrar un significado de ellos, sea el idioma que sea, reconoce que es bastante antiguo para poder deducirlo con éxito.

MI SANGRE EN SUS MANOSWhere stories live. Discover now