Descendientes: Un mundo ideal

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-MI CAMINO LII-














NARRADOR

Era justo en esos momento en que ninguno de los dos sabía cómo describir lo que sentían, pero aún así estaban juntos y creo que eso era lo único que a ellos les importaba.

— Tristán —aún así estando junto a él, Meido pensaba en que pasaría después, cuando los demás no aceptarán lo que había entre ellos— ¿que dirán los demás? —musito aún dudando.

Tristán solo fue capaz de sonreír frente a ella— no creo que eso importe —y restarle importancia a la opinión de los demás.

Creo que parte de esto, era que Tristán estaba seguro de que ahora que la tenía no volvería a perderle, el solo quería mostrarle todo el amor que podría brindarle y la maravilla de confiar en ella y de que ella confiará en él.

— ¿no importa?  —aún así Meido estaba insegura— tú deberías... —

no debería —aclaró Tristán, sabiendo perfectamente lo que Meido diría— ahora tú y yo escribiremos una nueva historia ¿lo recuerdas? —

Meido reprimió sus labios, sintiendo como si su corazón era nuevamente doblegado frente a Tristán. ¿Cómo era posible que causara eso en ella? es lo que constantemente ella se cuestionaba.

Pero, fue entonces cuando Tristán miró a su alrededor y se dio cuenta que todo a su alrededor aún seguía en tinieblas— ahora solo debemos salir de aquí —masculló.

— ¿como? —cuestionó Medio.

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Tristán la volvió a mirar y sonrió de lado— ¿confías en mí? —porque el si sabía lo que debía hacer.

— ¿confiar en ti? —masculló Meido intrigada.

— sí —dijo él con simpleza, estirando su mano hacia ella, buscando la suya.

Meido solo fue capaz de asentir, reprimiendo una sonrisa, con su alas arrastrando el suelo.

confío en ti, Tristán —masculló Meido tomando su mano.

Yo te quiero enseñar, este mundo espléndido, ven princesa y deja a tu corazón soñar— la alfombra había llegado a ellos desde el cielo y ahora juntos la montarían — Yo te puedo mostrar cosas maravillosas, con la magia de mi alfombra, vamos a volar...

Y fue entonces cuando ambos subieron a la alfombra, tomados de las manos, sentados sobre ella, la niebla pronto se desvaneció a medida que una sonrisa se implantaba en el rostro de Meido, la alfombra despegó, hacia ese mundo que Tristán quería enseñarle a Meido.

Ella sonreía, ahora que finalmente estaba confiando en Tristán, volando sobre la isla de los perdidos, donde alguna vez ella vivió, pero Tristán volvió a tomar su mano queriendo ver ese mundo que tanto ansiaba mostrarle, Meido volvió a sonreír y pronto atravesaron aquella barrera que Meido una vez pensó que jamás podría cruzar, las nieblas que cubrían la isla ahora no parecía más que un simple mito, así entonces ambos volaron a ese mundo que Tristán realmente quería mostrarle a Meido, de la manera en que él lo veía junto a ella. Auradon, fue lo primero que vieron en plena noche, donde las estrellas brillaban junto a ellos, ambos juntos, bajo la luz de la luna, Meido había empezado a sentir realmente lo que Tristán quería mostrarle. Y así, ella simplemente respiro hondo y dejó que sus alas la guiarán, volando sobre el cielo, al lado de Tristán quien iba en la alfombra y él sonreía mirándola, ella volaba como pájaro libre, sobre él y su alrededor, sintiendo por primera vez una libertad, que jamás podría explicar, pero que junto a él, la sentía en paz.

Creo que esto era algo que ambos querían desde hace tiempo, poder estar así, así como realmente ambos eran. Sin disfraces.

Y tomando la mano de Meido, Tristán la atrajo junto a él, y dejando de volar, se sentó junto con Tristán sobre la alfombra y uniendo sus frentes, volvieron a sentirse el uno al otro, con sus manos entrelazadas y disfrutando el viaje, de la mano del otro.

Ahora, el mundo que Tristán le quería mostrar a Meido, sería diferente, sin ataduras, sin reglas, solo confiando el uno en el otro, con la realidad de sus corazones.

Un mundo ideal, que compartir.

Meido se sentía en paz, junto a Tristán. Desde que Maléfica había desaparecido, la transformación de Meido se vio afectada con solo una transformación de un demonio y no un dragón en sí, donde ella podía controlar el poder a su voluntad.

Ahora, estaba junto a Tristán navegando por el mundo de su fantasía, acercándose cada vez más al portal, esa luz que se veía a los lejos.

Aunque aún había algo que debía arreglar, pues el hechicero Aldhair aún seguía suelto.

— debo encontrar a ese patán —masculló Meido con odio.

— ¿te refieres al hechicero? —cuestionó Tristán intrigado.

Meido asintió a su suposición, bufando— ¿cómo se atreve a atraparme en mis propias ilusiones? —

— él dijo que así lograría controlarte, además esto no parece una ilusión —masculló Tristán.

— sí, sí es una ilusión Tristán, hasta la isla —

Fue entonces cuando Tristán pensó él porque había visto a Chesta, si se suponía que estaba en la isla de los perdidos.

— este hechizo lo usan muchos hechiceros a menudo, para controlar personas, mostrándote lo que más temes o a las personas con las cuales te sientes culpable, también pueden manipularte con amor, metiéndote en un sueño profundo —

Tristán frunció su ceño ¿culpable? ¿Chesta? Tristán se preguntaba si él se sentía culpable con respecto al exilio de Chesta o tal vez, ¿le temía? eso era imposible.

De cualquier forma eso ahora no importaba, ellos debían salir y enfrentar lo que vendría juntos, ahora que tenían la confianza del otro, debían ser lo suficientemente fuertes.

Ryan solo esperaba la llegada de ellos dos, mientras Diaval peleaba junto a él y la princesa Alia, para proteger a la familia real. Y sí, como Tristán había dicho, Alía era una muy buena guerrera, pues peleaba casi al mismo porcentaje de Ryan y Diaval.

Meido y Tristán estaban por cruzar el portal sobre la alfombra, ambos estaban preparados para enfrentar al hechicero, Meido ahora más que nunca quería mostrarles a todos lo que era y que haría todo lo posible por hacer esto a su manera, sin seguir reglas, sin disculpar sus acciones, siempre y cuando fuera para demostrar que la magia de Maléfica que corría por sus venas y el cetro, podía ella controlarlos.

Y una vez, antes de que ambos cruzaran el portal, Tristán miro a Meido y le pregunto con una sonrisa de lado— ¿estás lista?

Creo que Meido no se aguanto mucho y sin pedirlo, beso a Tristán, un beso corto, pero se separó de él y sonrío— más que nunca

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Where stories live. Discover now