Descendientes - Cedric el hechicero

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-MI CAMINO XVII-





Entre tanta destrucción, sobre la gran montaña y con lago de esfuerzo me encontré a un señor algo inusual, vestía con pantalón de tela y llevaba un chaleco de igual color, morado, ambos, con una camisa blanca por dentro manga larga remangada, portaba en sus muñecas dos guantes de cuero negro y mientras que de una mano portaba la varita y la movía con una sincronización, pero aún así el holocausto se desataba aún más.

— ¿De verdad crees que eso funcione? —

Con un amago hice que mi cetro apareciera y poder acercarme al hechicero.

Un rayo de luz se desprendió del gran fuego y con el ceño fruncido guié mi vista por donde iba, cayendo así en un enorme árbol.

— No hay forma de detener esto... es... es imposible —

Suspiro rendido el mago mientras se alejaba de la gran fogata y suspiraba desconsolado.

— Vaya manera de pensar —

Comente al ver que ni siquiera había notado mi presencia y caminé alrededor de la fogata.

— ¿quién eres tú y qué quieres? Deberías estar con los demás aldeanos, esto solo es para hechiceros realmente preparados, niña —

Entre las llamas flameantes lo vi mirar es reojo y con cierto odio.

Bufé con odio retuve todo lo malo que pensaba para mirar al frente y parar con un panorama diferente al que antes había visto, pues a lo lejos se alzaban muchas más montañas que desconocía y el ocaso yacía de ese lado.

— Sofía creyó que necesitarías de mi ayuda —

Dije finalmente cuando vi el sol irse y me giré hacia él, mi cabello se removió entre tanto viento con ciertas flamas.

Finalmente el hechicero se rió secamente y se cruzó de brazos y me miró:

— ¿lo crees realmente? Pues tal vez te equivocaste, porque Sofia jamás me dijo que tendría ayudar, mejor ve a ayudar a los aldeanos y no me molestes —

Fruncí mis labios y cerré mis ojos desviando mi mirada.

— Aunque guardó cierta sospecha de tu cetro, eso me hace pensar que no eres de Encantia ¿de qué región vienes? —

— Auradon —

— No sabía que Auradon nos había enviado ayuda —

Con una risa seca nuevamente se acercó a mí con cierta altanería.

— Aunque para ser exactos, lo necesitan — el hechicero ofendido se alejo de mi y de una roca tomó una gran túnica la cual puso sobre su antebrazo.

El hada madrina siempre decía que cuando querías empezar bien, era necesario decir la verdad desde el principio y no mentir.

— A la realidad... — caminé unos pasos a la orilla del Barranco de la gran montaña y me comunique con el señor de cabello oscuro y mechas platinadas — soy la princesa Meido de Auradon —

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora