Descendientes - Amor a escondidas

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-MI CAMINO XXXVI-





MEIDO

Y creo que ahora había dos cosas que le estaba envidiando a la princesa Alía.

La atención y amor de Tristán y las hermosas noches estrelladas que se presentaban en Arabia.

La luna era muy hermosa y tenía la suerte de que fuese luna llena, era mejor sin ningún edificio cerca o un árbol alto, podías contemplar solo el infinito.

— TRISTÁN —

Y también escuchar los gritos de la princesa Alia de fondo. Bufé y cerrando mis ojos argumente con desdén:

BASTA YA

Y creo que mi imaginación había mejorado mucho desde que ese hechicero me lanzó su polvo, porque al mismo tiempo que pronunciaba yo esto, me pareció a alguien más pronunciarlo.

Hubo un silencio después de aquel comentario. Frunciendo mi ceño decidí mirar quien era el espía que atormentaba mi soledad. Me levanté de la fuente y di un giro por ella, pero cuando estuve a mitad del camino, la luz celestina de sus ojos tormentosos y su cabello blanco me cegaron por completo y me asustó el corazón.

Era Tristán.

Tragué fuerte y retrocedí en un instante, tal vez no me habría reconocido, es decir estaba de noche, mi cabello y mi presencia no eran fáciles de reconocer ¿no?

— ¿Meido? —

Pero, al parecer para él si lo fue.

Cerré mis ojos con enojo y nerviosismo, se suponía que sería un momento de relajación, no un momento de desahogo. Sí, estaba pensando en él, pero no debía estar aquí.

Aunque... era exactamente lo que le pedí a la luna ¿no?

Gran argumento Meido.

— Meido —su voz volvió a invadir mis oídos y no quise mirarle al momento en que se acercó, ya suficiente tenía con estar sufriendo un ataque cardiaco, con su presencia aquí— Meido, estuve buscándote —

¿Buscándome? Una risa corta y seca salió de mis labios— no me ilusiones así —me crucé de brazos.

Solo quería proteger mi corazón, ya suficiente había sufrido y no estaba dispuesta a que cosas del amor intervinieran en este momento.

— Meido, quiero arreglar las cosas contigo —

— no hay nada que arreglar —

— Meido, escúchame por favor —y aunque lo pidiera con esa farsa de estar sufriendo, me negaría, ya era suficiente crueldad con que mi corazón viera cómo disfrutaba con otra.

Aunque para ser sincera ¿en qué momento creí que Tristán estaría conmigo? Realmente ¿como pude bajar la guardia de esa manera?

— lo que sea que tengas que decir, me es nulo en este momento Tristán —masculle con pesar.

— ¿nulo? —Ahora el reía seco— perdóname si será algo nulo para ti, pero yo si necesito decirlo —guardó por un momento sus palabras, pero se armó de valor y volvió a hablar— Meido, las cosas con Alía, realmente no son como parecen u oyen —

Ahí sí alce mi mirada y reí a más no poder.

¿Que no parecía?— no me hagas reír Tristán, me dirás que lo que sucede en Alía y tú no es lo que parece —me crucé de brazos con una ceja alzada. No iba a caer en un estupido juego de indecisión.

— no, bueno si —Como dije indecisión.

— escucha, Tristán, si eres un príncipe como dices y cómo estipula la ley, toma el cargo que te corresponde y no te quejes de lo que sucede —no volvería a caer, no ahora que mi corazón estaba dependiendo de un hilo— después de todo la sultana tenía razón, soy hija de una villana, nací para portar su poder y ahora debo ver cómo contenerlo, no puedo seguir fingiendo ser una princesa, ni aunque lo intente podré, así que no te atrevas a tener compasión de mí o a decir que soy TU CHICA, porque no es cierto —estaba exasperada— aunque pensándolo bien ¿quién te dio el derecho de llamarme así? —cuestione con una ceja alzada— no puedes decir eso sin el consentimiento de una persona, Tristán —

Pero su rostro a medida que decía todo, iba cambiando, su mirada se oscureció y sus manos se fueron ablandando, pude sentir como la esencia de Tristán iba disminuyendo y como pronto todo en él realmente se iba deteriorando.

Pero ¿por qué? ¿Acaso estaba siendo muy dura? ¿Era dura para proteger mis sentimientos?

¿Debía sentirme culpable?

— entonces... —ya parecía retractarse de lo que iba a decir— tienes razón, no fue mi intención —río y bajo su mirada— tienes razón, soy un príncipe y como príncipe... debo cumplir mi función con el reino —Como dije, mirada desolada— y no tener derecho a interponerme en tu vida, solo creí que siendo más tú acompañante, ayudándote, animándote... podría seguir a tu lado —masculló por lo bajo.

— me enseñaste a amar de verdad, me enseñaste a ser sincero y no fingir ser algo que no quiero, me enseñaste a ser valiente, pero, cuando te detuvieron me sentí tan miserable, por qué fui un tonto en confiar en ti, ahora sabía que no podía confiar en nadie, sin antes conocer, sentí tanto odio hacia mi, aún más de lo que antes tenía, pero, cuando te fuiste, sentí un gran vacío, quise ir a la carcel tratar de entender el por qué, entender por qué lo hiciste, pero, cuando te vi, cuando te vi, vi de verdad la realidad y era que no te podía dejar ir, eras una chica diferente a las que hubo en este lugar —sus pasos se acercaron más a mi— Auradon jamas conoció a una chica como tú —

Sentí un leve brinco en mi interior algo que me alertó, entonces ahora, la varita no iba dirigida hacia Ben ahora era hacia Tristan— Aléjate, tú también— musité con recelo.

¿Por que ahora recordaba todo esto?

No, no, no otra vez mis ojos estaban ardiendo. Mi corazón estaba quebrándose.

Trague fuerte.

Si, Tristán me ayudó siempre en todo lo que pudo, estuvo conmigo vigilándome siempre. Cuando no era su obligación.

¿Amar de verdad? ¿De verdad había dicho eso aquel día? O ¿fue solo mi imaginación? Recuerdo que estaba desesperada y temía por todo, recuerdo que me sentía ansiosa con lo que había pasado, pero aún así, Tristán estuvo conmigo, estuvo allí, convenciéndome siempre de que no era malvada y que podía cambiar.

— pensé en acompañarte a este viaje porque creí que me necesitarías —negó con su cabeza con una sonrisa— pero, me doy cuenta que soy yo quien te necesito —

¿Por qué decía eso? Mis mejillas se estaban enrojeciendo.

— Te necesito —masculló y frunció su ceño con su mirada en el suelo.

— Tristán yo... —

— disculpen que me meta en su conversación de amor a escondida —

La voz de Ryan.

Estaba a un lado de la fuente, con sus manos en los bolsillos— pero, a la sultana de este palacio no le agrada mucho la idea de que andemos divagando sin supervisión —alzó una ceja— duda de nosotros por ser malvados, así que como que andar por su palacio como se nos plazca, no es buena idea, además, Tristán, Alía te está buscando y Meido, Nadim también está preguntando por ti —

Creo que sería en otro momento nuestra conversación. De nuevo.

Descendientes: Un viaje hacia el mañana... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora