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Me deja caer sobre los cojines del sillón, aquellos estaba envueltos por una capa de suavidad y olían a lavanda, David por fin había decidido llevarlos a un lavado. Mi hogar estaba en un completo silencio, Maria estaba en la cocina, pero David no, el menciono una reunión en el departamento de Víctor y que tratara de ir, había vino. 

Hizo mucho énfasis en el vino. Quizás de eso hablaba Venable cuando informo que me vería a la salida del trabajo. 

— ¿Quieres un café? —Pregunto María a mi lado, levante levemente la vista y sus ojos estaban puestos en su celular.

— No gracias, tome demasiado en el trabajo. —Oculte mi cara nuevamente con los cojines del sofá.

— Bueno, acaba de llamar la señorita Venable, vendrá a buscarte en media hora.

Me levante a duras penas del sillón, si Wilhemina llegaba y seguía recostada ahí, me odiaría porque todos sabemos que no le gusta esperar y no quiero comerme un innecesario sermón. Tomé mis cosas y subí las escaleras con ellas en la mano, mi habitación olía a hombre ¿Qué paso aquí? Al parecer Luciano se había dado un tour por mis cosas ¿Qué abra estado buscando? Seguramente luego le preguntaría.

Lo bueno de este día es que Nick cerro sus negocios con los empresarios, al parecer si soy su amuleto de la suerte y gracias a ello me dio una semana de descanso, claro de trabajo, porque aviso que el me vendría a verme y quedamos en salir el sábado.

— Niña, la señorita Venable está esperando. —Maldición, aquella mujer es demasiado puntual. Termine de maquillarme, tome mis cosas y baje las escaleras.

Como era de esperarse su auto deportivo negro estaba estacionado en la acera, el ruido del motor era demasiado audible y dio una pequeña acelerada para que me apure. ¡Que fastidio! Abrí la puerta del copiloto y me subí.

— Hola —Dije y me acomodé en el asiento.

— Hola —Contesto fríamente como siempre suele hacerlo, era tan difícil entender la coraza que tiene encima.

No dije nada más, ella tampoco, me dediqué a mirar por la ventana el cielo estaba reluciente, la luna en su mejor punto brillando en lo alto y la radio musitaba alguna canción de rock que mi cerebro desconocía. Mi acompañante estaba seria, tenia la mirada fija en el volante y podía notar como tenía la mandíbula tensa. ¿En que pensara?

Nos detuvimos en un semáforo, la luz dio rojo y su celular sonó, la pantalla alumbraba el nombre de Zac y ella atendió rápidamente colocando la alta voz.

— Hola Miss Venable —Saludo desde la otra línea, su tono de voz fue muy repugnante, una falsa imitación de alguien sexy. Ella dio una pequeña sonrisa de lado

— Hola Zac

— Llamaba para preguntarte si asistirás a la pequeña reunión que organizo tu hermano

— Si, justamente ahora estoy llegando

— ¡Que bueno!...

Las ultimas palabras de aquel muchacho no fueron escuchadas por mi cavidad auditiva, mi vista se fue a las calles vacías de la ciudad, para ser un día de semana, la ciudad se encontraba bastante vacía y solitaria. El auto aparco a la orilla de la acera, desabroche mi cinturón y tuve la intención de abrir la puerta, pero mi conductora no había quitado el seguro y al parecer tampoco lo haría su vista estaba perdida.

— ¿Todo esta bien? —Pregunté en un intento fallido sin respuesta, lo único que obtuve fue una mirada profunda de aquellos ojos color oscuridad, al mirarlos parecía que me perdía en un túnel de ida hacia el infierno. La radio ya no sonaba, el único ruido audible que había en este espacio era nuestras respiraciones lentas.

Más Allá De NosotrasWhere stories live. Discover now