Solo ruedo los ojos ante mi pensamiento, ignorando lo cierto que es, y me dirijo hacia él. Como si fuese su primera reacción al verme toma el asiento que está a su lado, y le atrae aún más. En cualquier otro momento me sentaría a su lado, pero no parece ser una situación indicada, en especial por lo poco disimuladas que son todas estas personas. Sí, por Dios, el castaño no es una persona inalcanzable, es un idiota como cualquier otro.

—Vamos, no perdamos tiempo — alza una ceja, quizás piensa que es uno de mis típicos ataques de ansiedad social.

—Creo que deberías comer, un poco — no actúes como si no me conocieras, sabes que puedo vivir sin eso. Trago saliva, tomándole de la manga de su camisa.

—Podemos comer fuera, eso sería más lindo, estamos aquí para que conozcas la ciudad...

Suspira, y terminando de golpe su taza de café, murmura por lo bajo lo fácil que se deja convencer de mí. Bueno, no es el único que ha aprendido una, o dos cosas de él, sé que, así como Darrell tiene una increíble habilidad para convencerme de hacer cualquier cosa, yo también la tengo sobre él. Cuelga su mochila al hombro, lleva nuestras cosas más importantes, y solo comienza a caminar hacia la salida de la primera planta.

Quizás... él sí quería comer, no debí ser tan egoísta. Sostengo más fuerte el libro entre mis brazos, mordiendo mi labio inferior, tengo que entender que este viaje no es únicamente para mi felicidad, Darrell también debe sentirse emocionado de estar aquí, y... yo prefiero que sea así, es horrible, pero ambos tenemos muy unidos nuestros sentimientos. Me detengo al golpear uno de sus costados, así que levanto la mirada, por un segundo parece perdido, y luego me sonríe.

—¿Cuál es el primer lugar al que iremos?

Trago saliva, desviando mi atención a cualquier otra cosa, menos él. De repente me siento un poco nervioso, lo sé porque mis manos han decidido temblar. Debí suponer que algo como esto sucedería cuando decidió darme todo el control del viaje. Se inclina hacia mí, sobresaltándome, por lo cerca que está, además de que nos encontramos en la entrada del hotel, donde prácticamente, todos pueden vernos.

—Yo vi que marcaste con una estrella... — perfecto, ya me sonrojé. Niego, abrazando más fuerte el libro —. ¿El Palacio de Nyphemburg?

El borde de sus labios pronto se vuelve una curvatura, y le siento apartar el libro de mi pecho, junto a un beso suave en una de mis mejillas. Al instante es obvio el extraño ambiente que hay, producto de mi repentino intento de no morir de ansiedad al tener su mirada directo en la mía. No era así... como yo planeaba comenzar el viaje.

—Suena bien, me alegra que recordaras el libro — apenas responde, sin dejar de sonreír, pero con un poco de preocupación en su voz —. ¿Por qué estás tan nervioso?

Yo... no lo sé, supongo que se trata de mi deseo de que todo esto sea un buen recuerdo. Suspiro, moviendo un poco mi cabeza, para apartar el sonrojo de mi rostro, no es una buena idea comenzar el viaje con un malentendido, o causando algún problema, ya tuve el tiempo suficiente para hacerme el escenario de que estamos aquí, solos, y podemos tener un buen tiempo, sin necesidad de pensar en el bien de los demás, es lo que me dijo mientras intentábamos dormir anoche, por el maldito cansancio, y la diferencia de horario.

—Soy algo idiota, sé que esto será increíble, estoy contigo. ¿Quién mejor que tú?

—Nadie, al menos, para ti.

Ruedo los ojos, solo por un momento me dejo perder en la cálida sensación de sus manos en mi rostro, la satisfacción en sus ojos, y le aparto. Suficiente, no es un buen momento. Le sonrío, mostrándole de nuevo el libro, iremos a un palacio, no tenemos tiempo tras haber perdido medio día durmiendo, y aun tengo otra atracción que nos espera, veremos, al menos, otro lugar.

El Chico de las 6:30pmWhere stories live. Discover now