Capítulo 97

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Con el viaje, descubrí dos cosas, la primera, Darrell se marea en el avión, según él, tiene que ver con la altura, y la segunda, que yo no estaba preparado para volver a mi país.

—Vamos, solo toma mi mano.

No es como si tomando su mano, desaparecerá el terror que tengo de poner un pie fuera del avión, o lo estúpido que me veo aferrado a la escalera. Levanto un poco la mirada, sonriendo ante lo preocupado que se ve, y que, de repente, su voz se escucha mucho más atractiva hablando en alemán. No lo negaré, es la verdad.

—¿Debí pensar en esto antes de venir?

—Por Dios, solo confía en mí.

Pues ya me encuentro aquí, por supuesto que lo hago. Trago saliva, extendiendo mi brazo, ni siquiera pasa un segundo antes de que me hale, y, por fin, después de casi ocho años, estoy de nuevo en Alemania. No es que prefiera estar en otro lugar, es solo que estar aquí no hace parte de los buenos recuerdos que tengo de mi vida, en cualquier aspecto. Lanzo una exhalación, recriminándome lo estúpido que debí haberme visto por esperar tanto por esto, pero, sobre todo, creo que ha ganado el leve sonrojo de mis pómulos.

—Está bien, vamos al hotel, quiero descansar.

Son más de las dos de la mañana, y fue extenuante estar en un vuelo tan largo. Levanto la mirada al sentir que no se mueve, en lugar de eso pasa su mirada, de la mano que sostiene, y no quiere soltar, a mí, y luego sonríe. En definitiva, no puede ser una buena señal cada vez que sucede.

—Déjame preguntar algo — además del hecho de que, sin pensarlo, nos subimos a un avión —. ¿Qué tan público eres en Alemania?

—Yo pensé que se tratada de... — ugh, como sea, eso realmente no importa.

—Hey, espera, hay una segunda pregunta — por supuesto que debe ser así con Darrell —. Responde la primera.

Niego, halándole, esta vez para poder comenzar nuestra travesía por el aeropuerto, y salir de aquí lo más rápido que se pueda. Si hablamos de qué tan reconocible soy, eso puede variar, no soy el hijo de cualquier persona, pero no es como si tenga la mejor relación con mi padre, no me han visto con él, y no he estado en este país en un buen tiempo, desde mis dieciocho años, supongo que eso lo cambia un poco. Alzo una ceja.

—No lo sé, quiero decir... — también está el problema de que mi padre me estuvo negando, prácticamente, desde que le dije que soy gay —. Mi padre no ha hablado de mí en ocho años.

—Entonces, si caminamos tomados de la mano por el aeropuerto... — sí, esa era la pregunta que yo me estaba esperando. Entrecierro los ojos, soy algo idiota, pero la está tomando, de todos modos —. Hay una posibilidad de que, en la mañana, aparezcamos en la portada de cada revista europea.

—Como si no fueras digno de una maldita portada — pelearían por saber quién rayos es el que me está acompañando. Sonríe —. Me da igual, si nuestros padres no se enojan.

—Probablemente lo hagan — sí, tiene razón, no sé por qué dije eso —. Lo que nos lleva a la segunda pregunta. ¿Me darías tu celular?

¿Eh? Pero... esa no era la segunda pregunta que yo me esperaba. Levanto la mirada de la mano que me sostiene, solo para ver la otra extendida hacia mí, su sonrisa, como si eso fuese suficiente para darle una de las pocas cosas que me sirven para distraerme de él. Frunzo el ceño, y aunque camino más rápido, no me suelta.

—¿Por qué? — muerdo mi labio inferior, aferrándome al celular.

Realmente no quiero entregárselo, además... en nuestro país, serán las ocho de la noche, muy pronto, y eso significa... que dejé a Oliver esperando, todo el día, por algo que no sucedió, ni siquiera le dije que no tendríamos una celebración de nuestro primer mes, debe estar tan destruido, y enojado, ni siquiera sé si aún somos novios, probablemente en cuanto me vea, una vez regrese de este viaje, me lanzará todo lo que alguna vez le di, y dirá que fui el peor novio que ha tenido en su vida. Ya me siento mal, debí, al menos, decirle que no esperara algo de mí.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora