Capítulo 90

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Ah, es grande.

—¡Dios, no puedo creer que estamos en la playa!

Yo tampoco. Ladeo un poco mi cabeza, apenas dejando caer mi mirada en la imagen a través de la ventanilla, la casa no está exactamente en la playa, hay que caminar un poco, pero igual es increíble, no me esperaba encontrarme aquí en vacaciones, el lugar es lindo, el exterior es muy veraniego, y se ve tan grande que seguramente no tendremos problemas en acomodarnos. Suspiro, porque de inmediato todos los chicos gritan, no pasa ni un segundo antes de que bajen del auto, cada quien toma su mochila de la bodega, y comienzan a hablar de lo primero que harán.

—Max, gracias por conducir — golpea Henry mi costado, con una gran sonrisa, exactamente igual a la de los demás —. Y de convencer a Darrell de que te prestara su camioneta.

Está bien, no me importa. Alza ambos hombros, sin una palabra más se dirige a la casa, bajo las protestas de abrir la puerta. Supongo que me alivia que todos se vean tan emocionados.

Y yo... bueno, la verdad, solo puedo encogerme un poco más en el asiento, agachando mi cabeza, para dejar salir una larga exhalación. Su auto siempre huele a manzanilla. Es un idiota, yo quería que él viniera, no me importaba si pasaba todo el día con Isaac, porque parece que eso es lo que más le gusta ahora, al menos le hubiese visto, y estaba seguro de que escaparíamos de los demás, para pasar nuestro propio momento en la playa, pero en lugar de eso desperté en la mañana, sin él junto a mí en la cama, pero las llaves de su auto en la mesa de noche. No fui capaz de llamarle en la mañana para preguntarle si nos encontrábamos bien, o intentar convencerle, de último minuto, que nos acompañara, así estuviera todo el maldito fin de semana con Isaac, y me muriera de celos, pero estaríamos todos juntos.

—¿Te lo dije en el desayuno, cierto? — sí, bueno, creí que no era necesario escucharla —. Si vas a estar deprimido, debiste quedarte en el departamento.

Pensé que no me afectaría, por lo menos no tanto, pero nunca creí que el no haberle hablado, un intento de pelea a media noche, y que no me abrazara mientras dormía, me tendría con tantas ganas de volver a la ciudad, disculparme con mi actitud idiota, y pasar todo el fin de semana entre sus brazos. Ahora tendré que fingir que no me importa, que supuestamente estoy bien, y tendré que controlar que mi absurdo estado de ánimo no le dañe el viaje a todos los demás, como ayer en el boulevard.

Escucho como Laura solo suspira, levanta mi cabeza con un suave movimiento, y me sonríe, intentando calmarme un poco. Lo siento, pero ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí, cuando es claro me encuentro tan mal.

—Hable con él en la mañana — por supuesto, se despidió de la chica, y ni siquiera fue capaz de despertarme. Eso no me hace sentir mejor —. No le gusta la playa, no importa si ambos estaban bien, igual no hubiese venido.

—Solo lo dice porque estará todo el día con Isaac, y no quiere que lo vea.

—Max, eso es absurdo — frunce el ceño, lo cual le hace ver aún más tierna, pero eso no evita el golpe en uno de mis brazos —. Quizás lo hizo porque está cansado de verte con Oliver, y que no recuerdes su existencia cuando estás con él.

Eso es aún más absurdo. Lanza un quejido, con una amenaza en su mirada abre de golpe la puerta de la camioneta, y aunque es mucho más pequeña que yo, con facilidad me saca del auto, regañándome con que debo comportarme, porque ya tomé la decisión de estar aquí, y mi actitud afecta el ánimo de los demás.

Creo que me entiende. Suspira, volviendo a caminar a la casa, por lo que solo tomo mi mochila. Por desgracia, y aunque no quiera admitirlo, ella tiene razón, decidí que vendría sin pensar un segundo que mis sentimientos podrían hacer de este viaje una desagradable experiencia, así que solo debo aguantarme, porque todos están aquí, Oliver espera mucho de mí, y no quiero arruinarle el viaje a los demás.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora