Capítulo 4

64 10 2
                                    

He cerrado con un poco de fuerza mi notebook.

Me molesta el no estar aplicando a la perfección el concepto de "Amor platónico". No es que tenga alguna obsesión por la filosofía, pero he aprendido a amarla tras una clase de humanidad que tuve que tomar en la universidad.

Aun así, admito que esta no es mi preocupación principal. Pude entablar un par de oraciones con el chico del tren, pero reconsiderando mis pensamientos, que fueron en medio de la euforia, no puedo decir realmente que haya cruzado alguna barrera.

No es como que creara una excusa que me servirá cada vez que le encuentre, y si lo hubiese hecho no intentaría matarme cada vez que subo al tren solo para poder hablarle. Por supuesto hay dos problemas con esto, no estaba dispuesta a hacerlo, y el segundo, tarde o temprano se gastaría tanto ese tema, que le empezaría a dar igual si casi me mataba, o no.

Siempre he creído que iniciar no es una dificultad, sino el poder continuar con lo que estás haciendo. ¿Cómo voy a seguir hablándole sin que parezca que soy un acosador? Porque, admitámoslo, a estas alturas acepto sin ningún problema que estoy buscando excusas para poder estar cera de él.

Suspiro un par de veces antes de ver la taza de café que Darrell me extiende, dejo la notebook sobre la mesa de centro mientras le tomo, y él se sienta junto a mí en el sofá.

—Espera... – apenas caigo en cuenta de su presencia, a lo que giro a verle. Sé que Darrell tiene llaves de mi departamento, pero aun no me acostumbro a que aparezca cada que le entre en gana —. ¿Qué estás haciendo en mi departamento?

—Estaba aburrido en el mío, por lo que decidí venir a hacerte compañía un rato.

Solo frunzo el ceño, un poco, antes de relajarme y dejarle pasar. No es la primera vez que irrumpe en la comodidad de mi casa para pasar un día conmigo, es más, tiene la estúpida costumbre de pasar los sábados en mi departamento, a pesar de que le veo a diario en la oficina.

—¿Si te aburres tanto en tu hogar, por qué no te consigues una novia? Así tal vez dejes de venir cada que te entre en gana.

Ahora que lo decía casi sin pensar, siempre he tenido curiosidad de saber la razón por la que, en dos años que llevo de conocerle, nunca le he visto una novia. Le he visto hablar con chicas, pero ninguna vez ha hablado de alguna con la que oficialmente estuviese saliendo. Sé que no es gay, porque me lo ha dejado en claro, pero realmente me llama la atención saber la razón por la cual, la personificación de la belleza, está solo.

Supongo que Darrell entiende mis pensamientos, o cree que necesito saber la respuesta, porque prácticamente estoy sobre él sin poder dejarle de mirar. Qué vergüenza.

—Bueno Max... — me empuja con una de sus piernas, poniendo un cojín entre los dos al notar que me inclino hacia él —. Es complicado de explicar.

—No creo que sea tan complicado como intentar llevarte a una galería de arte, y que no te quedes dormido.

—Eso... es cierto — me reconoce, recordando aquel día que fuimos a una exposición de algún conocido suyo —. Es solo que... la chica que yo deseo, es complejo de encontrarla, o directamente, no existe.

Le observo por un momento, antes de terminar el café, dejar el vaso junto a la notebook, y acomodarme en el sofá, de tal manera que le pueda mirar fijamente. Es la primera vez que Graham me habla sin aquel tono de estupidez que suele utilizar, además de que cuando le hago ese tipo de preguntas, siempre cambia el tema, o no me responde. Sí, creo que era de esos pocos momentos en los que dejaba mirar su interior.

—¿Por qué lo dices? No creo que sea tan complicado... — parece quejarse un poco, y después de pensarlo, solo suspira.

—Quiero una chica a la que realmente no le importe mi apariencia.

—Oh... — Graham va a morir solo.

Eso era inesperado, nunca lo hubiese imaginado de él. ¿Quién encontraría de mala apariencia a Darrell? Debía tener el peor gusto del universo para poder considerarle así, aunque sea por un segundo. Llevo una de mis manos a mi cabello, mirando por el balcón a la ciudad, incómodo por la situación.

—Bueno, y una que otra cosa que me desaniman — ugh, no sé por qué se lo pregunté.

—¿Desaniman? — alzo una ceja, sin poder dejar de sentirme mal —. ¿Qué es lo que en verdad quieres?

—Te parecerá estúpido — ahora soy yo quien deja salir una exhalación. Sé que la amistad no es del todo correspondida, pero...

—Más que tu compañero de trabajo, soy tu amigo, así que...

—Oh... — me mira, sonriendo, y sé que de alguna manera he arruinado el ambiente de confianza que quería crear —. ¡Soy tu primer amigo!

Sí, lo he arruinado. No puedo dejar de sentir como la sangre sube a mi cabeza, en menos de tres segundos estoy completamente sonrojado, y arrojándole todo aquello que me encuentro en la sala.

Darrell se burla un poco más, y no controlo el lanzarme a ahogarle con su propia camisa, dejando escapar un chillido al verle perder el equilibrio, caemos los dos al piso. De inmediato siento el golpe en mi cabeza, y el más que liviano cuerpo de mi amigo sobre el mío. Ugh. Abro los ojos casi sin pensarlo, pero no está molesto, por el contrario, ríe, y sé que no está enojado pues en seguida su típico gesto de pasar su mano por el cabello, que ahora está hecho un desastre, se hace presente. Por Dios, esta persona hará que me dé un ataque cardiaco algún día.

—¿Te puedo preguntar algo? — me dice, mirándome fijamente, y no puedo evitar que mil pensamientos me crucen la cabeza, desde el que me muera por haberle atacado, hasta el que tengamos sexo ahora mismo.

—¿Qué? — creo que tengo demasiadas falsas esperanzas acumuladas, comienzo a darme cuenta.

—El otro día, cuando saliste temprano del trabajo, vi que no te fuiste en tu auto. ¿Alguna razón en especial? — mierda.

Me ahogo un poco, no sé si es porque no me había tomado la molestia de pensar en la excusa, o porque Darrell está sobre mí. Desvío la mirada, como si con eso fuese a inventar una excusa, que sale patéticamente de mis labios.

—Eh... tuve una cita médica — deja salir un sonido, sarcástico.

—Insisto. ¿No fuiste en el auto?

—No lo pensé muy bien. ¿De acuerdo? — veo como frunce el ceño, y cuando está a punto de decirme algo más, le interrumpo —. Entonces. ¿Por qué dices que te desanima no poder encontrar una chica?

—Tal vez, algún día, deje que conozcas un poco más de mí.

Suficiente, cuando Darrell comienza con sus frases de ligue, me doy a la retirada. Le empujo, lo más fuerte que puedo, porque no soy capaz de compararme a la fuerza que él tiene, y cae junto a mí, en seguida me levanto, tomando mi notebook.

—Iré a bañarme. ¿Estarás aquí todo el día? — su sonrisa cambia a una ceja levantada, y sé que debo, solo por hoy, dejar de ser un idiota con él —. Estarás aquí todo el día. ¿Algo en específico que quieras hacer?

Se levanta, volviendo a sonreír, toma la copia de las llaves de mi departamento, que, por propia convicción un día me robó, y ahora puede entrar y salir cada vez que quiera.

—Videojuegos, y comida — odio que Graham siempre conozca cómo debe convencerme —. ¿Qué te parece?

Ah, qué importaba... no tenía nada más importante que hacer este día.

—Chocolate, y... — suspiro, alzando ambos hombros —. Algún videojuego que sea para dos.

Él de inmediato asiente, y sale del lugar.

No puedo evitar sentirme feliz, y sé la razón de ello. Darrell sí era, por decirlo de alguna manera, mi primer amigo. Pero primero muerto antes de decírselo.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora