Capítulo 68

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Pasar la noche con Oliver fue exactamente como me lo imaginé. Decir tener sueño, comenzar a hablar, terminar riendo, y empezar el ciclo, otra vez. Claro, con algunos besos incluidos. La mañana, por otro lado, es una experiencia diferente, desperté a un costado de la cama, casi a punto de caer, el pedazo de cobija que era mío ahora estaba envuelto en el chico, y no tengo idea de cómo terminó su almohada en el suelo, o como todo su cuerpo se apoya en mi pecho. Lo único que sé es que realmente me gusta esta imagen. Suspiro, extendiendo mis brazos, solo para pasarles por sobre sus hombros, y escucho un suave gruñido cuando le muevo un poco, para juntar su frente con la mía.

Todo es tan simple entre ambos, y de esa manera es perfecto. Un poco de comida para acompañar la tarde, risas y burlas con videojuegos, perder el tiempo con malos programas de televisión, el lavar la vajilla juntos, su cepillo y el mío en el mismo vasito, el pelear por tu lado favorito de la cama, o hablar sin poder distinguir algo en la oscuridad, hasta que encuentras ridículo que son las cuatro de la mañana, y te pones una meta de solo callar, aunque se puede notar como seguimos riendo. Nunca pensé que cosas tan pequeñas, y que parecen insignificantes, se pueden juntar para hacer algo increíble.

—Lyon, levántate — niega, hundiéndose aún más en mi pecho —. Es más de mediodía.

Entiendo que ya no tienes obligaciones, pero se supone que yo debería estar trabajando. Le empujo un poco más, sin respuesta, por lo que comienzo a besar su frente, un murmullo y unos imperceptibles golpes en mi abdomen es lo que acompañan el que ahora mis labios están sobre su nariz, mejilla, y su sonrisa.

—Lo siento, no estoy acostumbrado a dormir con alguien más — me doy cuenta. Bosteza, lanzando un bajo sonido de confort, y mi cuerpo tiembla cuando sus manos se abren paso por mi camiseta, acomodándose en mi espalda.

—¡Estás frío, estás frío!

¿Cómo puede estarlo si robó toda la cobija? Qué injusto. Abre sus ojos, apenas ladeando su cabeza, observando más de media cama vacía a su costado, y luego me sonríe, besando mi clavícula. Suspiro, sin poder evitar el devolverle su sonrisa, porque me extiende un pequeño pedazo de la cobija, que más allá de ocultar unos cuantos centímetros de mi abdomen, me hace reír la forma adormilada como lo hace. No lo culpo, de los dos él fue quien más se esforzó ayer, de hecho, el partido debió dejarle exhausto, noté su increíble intento por no caer dormido mientras jugábamos videojuegos.

—Tu celular sonó varias veces anoche.

Preferí ignorarlo, seguramente no era nada interesante. Oliver vuelve a bostezar, acomodándose, de nuevo en mi pecho, diciendo por lo bajo que puede sentir el lento latido de mi corazón. Sonrío, llevando mi mirada a la mesa de noche.

—Déjame revisar...

Frunce el ceño, y comienza una pequeña guerra entre dejar ir mi brazo, o revisar mi celular. Unos cuantos quejidos, varios besos, y una mordida después logro liberar mi brazo, extendiéndole hasta la mesa de noche, y ni siquiera le alcanzo a tomar cuando ya se ilumina la pantalla. Ah, en realidad alguien sí me escribió. Con cuidado paso mi brazo por su costado, para volverle a abrazar.

—¿Y bien?

—Cuatro mensajes — alzo una ceja, sonriendo cuando Oliver enreda sus piernas en mi cintura. Es como un koala abrazando un árbol —. Tu madre dice... que le alegra que pasaras la noche conmigo, pero al menos llega para la cena, también quieren celebrar con contigo.

—¿Qué haremos tú y yo para el almuerzo? Cocinar algo sería lindo — él comió toda la tarde de ayer. Ruedo los ojos, suspirando.

Francamente, no me molestaría volver a cocinar con él, la única vez que lo hicimos, por desgracia, no fue un buen día para mí. Además, del solo imaginarme a ambos pensando qué podríamos comer, todo lo que lleguemos a divertirnos juntos, y lo hermoso que sería almorzar con alguien más en la mesa, me hace querer levantarlo para que se haga realidad. Le envío a su madre una respuesta afirmativa a la cena.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora