Capítulo 13

66 9 1
                                    

No puedo dejar de observar la pantalla que está frente a mí, en donde aparecen todos los vuelos internacionales, y pese a que me encuentro en una horda de personas, ninguna me interesa, tampoco les escucho. Estoy demasiado angustiado como para quejarme acerca de esto, hace un buen tiempo ha llegado el avión en el que venía mi amigo. Giro un poco mi cabeza, pues las personas han dejado de salir, además de que he estado de pie en este lugar alrededor de una hora, comienzo a preocuparme, aunque sé no debería estarlo. Es decir, Graham no me dijo que fuera a buscarle al aeropuerto, pero aquí estoy...

Suspiro, moviéndome un poco más hacia adelante, tratando de obviar a todas las personas cuyos familiares ya han salido, y sonrío cuando veo a Darrell con su típica mochila negra al hombro, junto con su mochila de viaje. Empujo a algunas personas, no pudiendo contener la felicidad que me produce verle.

He llegado a una conclusión, no voy a reprimir tanto mis sentimientos con mi amigo. No era necesario, él me quiere como soy, nunca me ha demostrado lo contrario, ni siquiera en la última gran pelea que tuvimos.

Salto la valla, y no puedo evitar alzar ambas cejas ante la lenta reacción de mi amigo. Oh, rayos, nunca había visto a Darrell tan... pálido, con ojeras, su cabello se ve descuidado, y lo que me confunde un poco es que ni siquiera parece procesar las cosas con rapidez. Parpadea, pero se endereza, me sonríe, y con un gesto quita un mechón de cabello de su frente.

—Hey, Max... — se detiene, y me parece que respira con dificultad —. ¿Qué haces aquí?

—Pensé que te haría ilusión verme esperándote en el aeropuerto.

Asiente, alzando ambos brazos, y conociéndole perfectamente sé que me abrazará, pero le veo tambalearse, por lo que solo se sostiene de mis hombros. Creo... que tal vez algo no está bien con él. Tomo su mochila de viaje, para aligerarle el peso, paso uno de mis brazos por su espalda y le tomo de un costado, porque me da miedo que en cualquier momento pueda caer. Comenzamos a caminar hacia mi auto.

—Esto es lo más lindo que has hecho por mí — lo sé, no suelo hacer nada por él. Ladeo mi cabeza, esperando que no note mi vergüenza.

—Bueno, ya debería comenzar a retribuírtelo — parece que le gusta eso, pues una suave sonrisa se forma en sus labios.

—¿Estuviste bien en la oficina?

—Han sido días solitarios, y silenciosos, además, creo que tengo mala reputación con las personas de recursos humanos — por alguna razón, comienza a reír, asegurándome que el chico, Henry, solo tiene curiosidad de mí.

—Además, no te hagas la víctima. ¿La única opinión que te importa es la mía, cierto?

Levanto una ceja, y sonrío. Aunque lo diga de forma petulante, es cierto, por mucho tiempo ha sido la única opinión que me interesa. Pasamos un momento en completo silencio, hasta que llegamos a mi auto, su mochila de viaje queda atrás, él se sienta junto a mí, y comienzo a conducir de nuevo a la ciudad. Por más que me sienta feliz de verle conmigo, porque le extrañé más de lo que creía, le observo de reojo, preocupándome porque está callado, cuando generalmente hablaría de las mil cosas que hizo en México. Apoya su cabeza en el espaldar, cerrando sus ojos, y me pregunto por qué aún no ha dicho algo de mi auto, que se supone debería estar en el mecánico.

Es mi culpa, estaba tan extasiado con la llegada de Darrell, que lo he olvidado. Carraspeo un poco, con lo cual comienzo a preguntarme si algo realmente malo pasó en México, su trabajo depende eso. Tal vez solo estoy un poco paranoico.

—¡Detén el auto!

Piso con fuerza el freno, con mi respiración agitada observo desesperado cada uno de los espejos retrovisores. ¿Atropellé un animal? ¿Un humano? ¿Nos persiguen? ¿¡Qué está sucediendo!?

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora