Capítulo 52

37 4 0
                                    

—¡Henry!

La barra de cereal que come cae directo al suelo. Oh, en serio le asustó que entrara corriendo en la oficina. Me mira, frunciendo el ceño, pero le restó importancia, lanzado mi mochila sobre el asiento del escritorio, levantando la barra, y volviéndole a poner en sus manos. Rápido, salúdame.

—Estaba esperando que llegaras, quiero saber...

—Sí, te lo prometo — le corto, y retrocede cuando me ve tan animado —. ¿Ya llegó Darrell?

—Le vi subiendo el ascensor hace unos minutos.

Perfecto. Le dejo con otra oración a la mitad, y en seguida corro directo hacia mi anterior oficina, evitando algunas personas, y una que otra mirada dirigida hacia mí, junto a los típicos susurros. No me importa, estuve pensando todo el fin de semana, pero llegué a la desagradable conclusión de que él aun no me perdona, o al menos no se ve feliz de que le haya arreglado de una manera tan básica. Sé que él merece algo mejor, es lo menos que puedo hacer después de todo lo horrible que le hice pasar. Tenía razón en algo, cuando yo me separé de él no estaba solo, tenía a Henry, con el que comparto oficina, cuando él tenía que llegar todos los días y ver el espacio que había dejado. Sophie, con la que podía hablar de cualquier cosa y la veía casi todos los días, pero él llegaba a un departamento vacío, y a Oliver, el que más intentó hacerme sentir bien, Darrell ni novia tiene.

Giro en un pasillo, y sonrío cuando veo las puertas de vidrio, que comenzaba a... ¡Agh!

Ay, creo que me volví a golpear el rostro. No tengo idea de cómo ha pasado, pero cuando abro mis ojos lo único que puedo ver es el techo del lugar, sintiéndome algo estúpido. Me siento en el suelo, apenas tocándome con una de mis manos, y me quejo al sentir dolor combinado del anterior golpe, en seguida la puerta se abre, y Darrell me mira, levantando una ceja.

—¿Desde cuándo cierras con pestillo la puerta? — oh, no, no es momento para recriminarle algo. Niego, volviendo a sonreírle —. Buenos días, Graham.

—Buenos días, Knight — aún sigue actuando de manera fría. Le extiendo uno de mis brazos, para que me ayude a levantar, y ni siquiera se inmuta. Está bien, no.

—Ah, bueno... sé que acabamos de llegar — me pongo de pie por mi cuenta, sacudiendo mi ropa, estoy jodidamente nervioso —. Pero quizás podríamos ir juntos a la cafetería a mediodía.

—No creo que vaya hoy — por más que quiero verme decidido frente a él, no puedo evitar morder mi labio inferior.

—A otro lugar, entonces, para almorzar.

—Tengo mucho trabajo, a diferencia de ti, yo manejo cinco países — eso nunca le impidió perder el tiempo conmigo.

—Tal vez podríamos... no lo sé, volver juntos a casa, no me importa que ni siquiera vivamos en el mismo departamento.

Con un rodar de ojos cierra la puerta de la oficina en mi rostro. Está bien, eso salió horrible, eso no pudo... no pudo...

Ni siquiera sé en qué momento he comenzado a bajar las escaleras de nuevo, solo sé que una molesta sensación se expande por mi pecho. Dios, nunca me habían rechazado de una manera tan evidente, y eso que había llegado al edificio con toda la disposición de arreglar el problema. Estaba seguro de que aún no era tarde.

No me puede interesar menos que todas las personas de este maldito lugar me vieran fracasar, o de que salgo del edificio atravesando la avenida sin asegurarme de que un auto no me mate, lo único de lo que me preocupo es de entrar a la cafetería, y de inmediato Henry me pregunta qué ha sucedido, pero no me importa que ahora él esté aquí, Sophie solo abre la pequeña puerta de la barra, para que yo pueda encogerme en la esquina tras el mostrador, abrazando mis piernas, y por fin, después de convencerme cuatro días de que era lo suficiente fuerte para esperar el martes, las lágrimas recorren mis mejillas. ¿Cuánto más tendré que esforzarme?

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora