Capítulo 11

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Hoy es un buen día. He entrado junto a Darrell al edificio, y aunque nadie lo aparente, sé que están susurrando acerca de nuestra gloriosa reconciliación, o por qué tengo un vendaje en mi frente, no sé. No me importa, solo puedo sonreír, pues pasé por demasiadas estupideces para no perder a mi amigo.

A decir verdad, no recuerdo mucho, después de que Darrell me atacó con la nutella, las cosas se pusieron borrosas, tengo leves recuerdos de algunos gritos, golpes, y uno que otro pensamiento. Después... todo negro. Lo siguiente fue que estaba en una camilla de hospital, vi a una chica hablando con Darrell, me dolía el pecho, y ni hablar de la cabeza. Pese a que mi amigo se ofreció a cuidarme yo le rechacé, no necesitaba forzar nuestra reconciliación. Al menos, tengo certeza de que sí pude disculparme.

Miro de reojo a Graham, quien solo se preocupa en llegar a la oficina, pues todas sus cosas están en su escritorio. Me dice algo de almorzar juntos, a lo cual solo asiento, pero inmensamente aliviado. Supongo que debo darle las gracias a Oliver, él me animó a reconciliarme, y creo que esa simple acción hace que me atraiga solo un poco más. Abro la puerta, suspirando al sentir como enciende el aire acondicionado, y su asiento suena al ser empujado. Simplemente perfecto.

—Por fin podré recuperar mi celular — y esa frase al aire hace que entre en pánico. Lo había olvidado por completo.

—Dios, no lo hagas — giro a verle al sentarme en mi escritorio, con un quejido, recuerdo lo desesperado que estuve al necesitar saber de él.

—Por favor. ¿Qué tan horrible...? — calla por un momento, pero no puedo evitar sonrojarme al ver el semblante de impresión que se marca en pocos segundos. Gira a verme, con una sonrisa que me avergüenza, aún más —. ¿Me llamaste trece veces?

—Estaba preocupado — ríe aún más mostrándome su celular, mi nombre marcado esa cantidad de veces en su pantalla.

—Tengo que guardar este momento en mi memoria.

—Eres tan estúpido — frunzo en ceño, aunque es claro me sonrojo.

La perfecta sincronía entre su sonrisa, y la forma en que aparta su cabello del rostro, me espanta, por lo que solo sostengo el borde de mi camisa, esperando a que el sonrojo baje poco a poco. No importa, no puedo estar más feliz, no le daré la satisfacción de la molestia. Dejo mi mochila a un lado, sacando de inmediato mi notebook para comenzar a trabajar.

—¿Hey, Graham, sabes si...?

Detengo mis palabras, porque se ha quedado de pie en medio de la oficina, algo pálido, mira con terror su celular, y sus ojos están por completo abiertos. No me responde, a pesar de que es claro me he preocupado aún más, le lanza contra su escritorio, y sale corriendo de la oficina, lo cual hace que un mal presentimiento me recorra de inmediato. No sé qué es, pero debe ser en verdad preocupante si ha salido corriendo, cuando nunca lo hace. Trago un poco de saliva, moviendo lentamente mi asiento, tomando el celular de Darrell, y ni bien le muevo en la pantalla sale un pequeño aviso, donde hay, muchas más de las necesarias, llamadas del director de México.

Oh, no...

Le dejo en el escritorio, ni siquiera dudo en levantarme, pero no me apresuro en correr, tal vez porque estoy demasiado asustado... y porque la doctora me ha prohibido hacerlo. Pulso con fuerza el botón del ascensor, el cual de inmediato se abre, desesperándome aún más con los diez pisos que debo subir en silencio. Rayos, no puedo creerlo, era fin de semana, se supone que nada debería salir mal los dos días que tenemos para descansar.

Ni bien se abre la puerta del ascensor se escuchan lo gritos de nuestro jefe. Su secretaria me mira, en medio del pánico, pero solo soy capaz de pedirle silencio poniendo mi índice sobre mis labios. Tomo el saco de mi traje con fuerza, me acerco a la puerta, que está levemente abierta, e intento mirar lo que sea estuviese pasando. Darrell parece estar en medio de la histeria, y nuestro jefe parece que en cualquier momento caerá sobre él, para golpearle con lo primero que encuentre.

El Chico de las 6:30pmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora