Capítulo 40

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—Max.

Ugh, por favor, solo diez minutos más. Mmm... tengo que dejar de desvelarme viendo televisión, las siestas de la tarde no son de mi agrado, aunque no es como que pasen programas buenos después de... media noche...

Yo vivo solo.

De inmediato abro los ojos, y salto directo al otro lado del sofá cuando noto que Oliver me observa, con una gran sonrisa. Creo que acabo de sufrir un ataque cardiaco. Miro de reojo la puerta, que está entre abierta, y me pregunto en qué momento todos comenzaron a entrar en mi departamento por libre albedrio. ¿Cuándo dejé de ponerle pestillo?

Centro de nuevo mi atención en él, pero solo soy capaz de cerrar mis ojos al verle ya prácticamente sobre mí, con sus manos en mis hombros, y me besa, de una forma tan desesperada, que me impresiona el que siga en shock sin poder reaccionar a la, de por sí, molesta sensación de su lengua en mi boca.

—¿Por qué me miras así?

Dice, en un pésimo intento de tono de diversión, pero por más que insisto en alguna respuesta no siento salir ningún sonido de mi garganta. La última vez que nos vimos... fue cuando tuve fiebre, y le cerré la puerta de mi habitación en su cara, después acepté que tal vez no me gusta, aun así, y por propia convicción, he decidido decirle mis verdaderos sentimientos. O, bueno, inexistentes en este caso.

Por eso no entiendo por qué está frente a mí, como si nada hubiese sucedido, y actuando de manera tan cariñosa. Trago un poco de saliva cuando siento sus labios en mi cuello, y sus manos bajando por mi pecho. Oh, Dios, ahí está la sensación de nauseas.

—Lyon – le tomo por las muñecas, y le alejo, por lo que alza una ceja —. ¿Qué haces aquí?

—Bienvenido a nuestra segunda cita.

Sonríe, pero no estoy preparado psicológicamente para esto, en lo único que puedo pensar es cómo le diré mis recientes descubrimientos, y la verdad un, no me gustas lo suficiente. no es la manera más compasiva que se me ocurre.

Quizás de lo único que estoy preocupado es que... bueno, la verdad es que siento algo confuso respecto al resultado de la segunda cita, por un lado, tengo la responsabilidad de decirle la realidad de nuestra relación, como bien dijo una vez, si no quiero tener algo serio con él no es justo que le ilusione, pero, por otro lado, Sophie me puso en duda, y es que quizás yo quiero sentir muchas y fuertes emociones por él muy rápido, pero nosotros no nos conocemos, para eso son las citas.

No lo sé, tal vez pueda sentir algo por él, quizás solo soy muy impaciente, o puede ser que no sienta nada por Oliver, y solo estoy retrasando lo inevitable.

Agh, no lo sé. ¿Cómo se cuál de las dos opciones es la correcta? No quiero herir al chico, pero no quiero seguir hiriéndome a mí mismo. No deseo engañarle, pero no pretendo fingir que me gusta, pero no quiero sentirme arrepentido. ¿Lo intento, o no lo intento?

Maldita sea, hasta hace unas horas estaba tan convencido de que lo mejor era terminar con él.

—¿El no haber hablado de lo que pasó te incomoda?

Ladea un poco su cabeza, y luego suspira. No creo poder sentirme bien en lo que sea vayamos a hacer, porque me da miedo demostrar con mis acciones lo que pienso, y no darme cuenta, sino hasta que ya el daño está hecho, y tengo que correr a disculparme, sin entender del todo qué rayos fue lo que hice mal.

—Prefiero centrarme en lo bueno — apenas susurra, haciendo pequeños círculos con su dedo índice alrededor de uno de los botones de mi camisa —. Ya después decidiremos si esa conversación vale la pena.

El Chico de las 6:30pmWhere stories live. Discover now