Capítulo 64

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Viernes por la noche y yo me encontraba en el mejor lugar de todo el mundo: Acurrucado en el sofá junto a mi novio.

Estábamos viendo una película de acción terriblemente mala, con la cual me había aburrido ya en los primeros veinte minutos por lo que comencé a llamar la atención de Nathaniel con pequeñas caricias inocentes. Mire su perfil y su barbilla fuerte ya con la sombra de la barba nuevamente creciendo, su nariz recta y perfilada, sus largas pestañas rubio oscuro y sus labios ni tan llenos ni tan finos, simplemente perfectos armoniosos como todo en él. Pase mi dedo por el perfil de su oreja y baje hasta su cuello, tocando sus lunares. Nathaniel reacciono a mi toque y movió su cabeza para plantar un beso en mi palma. Sonreí.

Seguí con mi recorrido esta vez por su cabello, pasando mis dedos por su grueso y suave cabello, lo peine lentamente un par de veces. Mis ojos se fijaron en su brazo, él vestía una musculosa negra simple por lo que el ala negra era claramente visible. Me acerque con lentitud y la bese una, dos y tres veces.

Desde que supe el verdadero significado de este tatuaje no pude evitar sentirme agradecido, y aunque simple había sido mi favorito ahora lo amaba incluso más.

Nate pasó sus manos por mis piernas que estaban sobre su regazo.

—Mis pies están fríos —le susurre, rozando mi nariz sobre su piel.

En respuesta tomo mis pies con sus manos y los acaricio dándome un suave masaje.

—Tienes razón, están fríos.

Levanto uno de ellos y le dio un beso. No pude evitar sonrojarme por lo íntimo del contacto que él lograba ejecutar con tanta naturalidad.

—Eso es vergonzoso —admití.

—Tienes unos pies muy lindos.

—Según tú, todo de mi es lindo.

—Y lo digo porque es cierto: Cada pequeña cosa de ti es preciosa.

Oculte mi rostro en el hueco de su cuello para evitar toparme con sus ojos tan terriblemente sinceros. El olor de su fragancia personal me invadió y me cautivo. Deje mis labios pegados en su piel mientras inhalaba profundamente: Madera y vainilla junto a su gel de baño de almendras. Comencé a besar su cuello lentamente, queriendo saborearlo con mi lengua. Nathaniel hizo un pequeño ruido con el fondo de su garganta e inclino su cabeza a un lado para darme más acceso.

Lleve mi mano hacia su mejilla y le sostuve ahí mientras mis besos subían por la parte de detrás de su oído, el perfil de su barbilla y luego mejilla. Mis besos producían un pequeño ruido húmedo que se mezclaba con las voces de la película. Nathaniel tenía los ojos cerrados y respiraba de manera acompasada. Su expresión reflejaba paz.

Empuje suavemente su rostro hasta que quedo frente al mío. Pase el dorso de mis dedos por su mejilla acariciándolo con ternura a la espera de que sus ojos se abrieran y me miraran. Nuestros labios estaban a tan solo un roce de tocarse. Él los abrió lentamente, me encontró ahí y yo pude ver como brillaron en sorpresa, alegría y amor.

Reuní nuestros labios.

Le bese con tranquilidad y poco después él me devolvió el beso. Era lento y dulce. Cerré mis ojos con el objetivo de disfrutar y sentir a plenitud nuestro intercambio mientras bailamos sobre los labios del otro y marcamos una danza secreta para todas las personas con excepción de los amantes. Nathaniel mordió mi labio inferior con suavidad y paso la punta de su lengua, pidiéndome el acceso dentro de mi boca, el cual le concedí por supuesto.

El beso se profundizo y se calentó. La lengua de Nathaniel se enredaba con la mía con familiaridad y al mismo tiempo ejerciendo una pequeña batalla de control. La saliva comenzó a fluir también en mayor cantidad produciendo sonidos húmedos que llenaban mis oídos en mayor medida que la película que se seguía reproduciendo en el televisor. Cuando el respirar se volvió necesario rompí el beso, tragando nuestra saliva mezclada e intentando que mi pecho se moviera sin tantas irregularidades.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora