Capítulo 70

7.5K 762 407
                                    

Esa mirada... esa mirada me rompió el alma.

Pasaron solo unos segundos, pero en esos segundos todo se estaba convirtiendo en un desastre.

Los hombres aterradores junto con el mismo Simon, como había prometido, me dejaron frente de mi casa y este no me dijo ni una palabra al momento de bajarme, pero aun así sentí la pesadez de su mirada quemándome la espalda. Ni siquiera me dio tiempo de pensar en el hecho de que me habían llevado hacia mi casa sin tener que decirles la dirección. Nada. Yo me sentía demasiado frio, y la noche acompañaba ese sentimiento.

Me quede ahí de pie durante un largo rato, incluso cuando el auto que me había mantenido cautivo se había ido. Camine con pies de plomo hacia la puerta e intente abrirla antes de recordar que no tenía mis llaves conmigo, por lo que no podía entrar. Me senté sin más opción en los escalones frente a la puerta y ahí, en ese momento, rompí a llorar.

No existía nada claro en mi cabeza. Solo la confusión y la inmensa pesadez de mi pecho que se sentía tan doloroso.

Quería volverme muy pequeño hasta poder desaparecer.

Mis sollozos eran fuertes y me dejaban sin poder respirar a ratos, haciéndome toser. Mi cabeza palpitaba, mi cuerpo temblaba junto a los sollozos y mis ojos no podían ver de tantas lágrimas.

No sé exactamente cuánto tiempo pase ahí sentado, pero al parecer lo suficiente para que el cielo comenzara aclarar de un negro total a un azul. Hacia frio, pero realmente no me importaba.

"¡Nathaniel ha estado enamorado de ti desde que eras un niño!"

Mi cabeza revivía una y otra vez el momento.

"Le rompió ver cuán enfermo estaba. Y como no sabía si podría retenerse él huyó."

¿Cuánta mierda podría resistir?

Mentira es mentira

Mentira

Mentira

Mentira

Intente convencerme pero no funciono, porque dentro de mi cabeza sabía muy bien que lo que había escuchado hoy no era una mentira. No al menos de esa boca venosa tan decidida.

Me dolía.

El dolor se sentía de manera física, porque podía sentir como mi pecho se hundía mientras imágenes creadas por mi angustia, de un Nathaniel joven y perdido que rompía de apoco en la lejanía, llenaban mi cabeza. Yo había causado a ese joven perdido, porque aunque yo no lo sabía era mi responsabilidad.

Pero había estado tan lejos.

Tan inútil.

Debí estar ahí para decirle que no era su culpa. Que no debía mortificarse por algo que nunca llegó hacer. Que yo estaba aquí, había crecido y lo había escogido.

Eres bueno, no hiciste nada malo. No hiciste nada contra mí que me hiciera daño.

Entonces... ¿Por qué?

¿Por qué te hiciste daño tú?

Escuché el motor de un auto, ya habían pasado algunos pero este en particular se estacionó en la pasarela de mi casa apuntando hacia el garaje. Era Felix.

La puerta de su carro se abrió y él salió con una cara un poco divertida.

—¿Thomas? ¿Qué haces ahí, pequeño idiota? —preguntó acercándose a mí— ¿Estas muy borracho?

No respondí. Cuando él estuvo lo suficientemente cerca su cara cambio totalmente a una de preocupación, me llamó por mi nombre y se arrodillo frente a mi tomándome del rostro para que le mirara.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora