Capítulo 28

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–¡Nathan, hola! –exclamo felizmente Hanna acercándose al mayor antes de lanzarse a abrazarlo– Wow que disfraz tan genial, ¡Y tu cabello!

Yo me acerque lentamente, choqueado con la imagen. Nathaniel iba todo de negro; camisa negra, pantalones negros, botas militares negras y una cazadora motera con los detalles en plata. Pero eso no era lo más relevante.

La noche ya había caído hace tiempo, pero gracias a las tenues luces de la calle y mi casa pude verlo. Me sentí algo tonto de haber notado primero su cabello a la pintura que lo dibujaba: En su rostro estaba pintado el cráneo de un esqueleto que intentaba emular su fina estructura ósea, su boca había desaparecido bajo una base pálida y finas líneas negras que hacían de dientes, su nariz totalmente negra para simular que no tenía nariz y todo alrededor de sus ojos en negro también, que resaltaban con la chispa dorada de sus verdaderos ojos. La pintura bajaba de su barbilla hasta su cuello, donde se dibujaban unas vertebras y otros diseños oscuros que desaparecía por debajo del cuello de su camisa. Su cabello no era su tono rubio arena de siempre, era de una tonalidad gris pálida, al igual que sus cejas. Estaba corto, bajo por los lados y algo largo arriba, un corte simple pero que se le veía increíblemente bien, junto al nuevo color, a su disfraz de esqueleto.

–Gracias, bella regazza, pero yo no puedo estar más impactado –dijo Nathaniel, en su habitual tono meloso de hermano mayor que solía utilizar con nosotros. La tomo de ambas manos y la alejo un poco de el para echarle un vistazo general– Una ninja asombrosa.

Me coloque a un costado de ambos, observándolos, mientras movía nerviosamente mi varita en mis manos. Hanna se sonrojo un poco ante los cumplidos pero no se avergonzó, sonrió en confianza y se paró en puntas para poder hablarle al oído, en un secreto que estaba destinado a que yo lo escuchara.

–Gracias, cuñado.

Me puse de todos los colores y le pegue en la cabeza con la varita a mi gemela.

–Hanna –sisee avergonzado.

Nathaniel se rio por lo bajo, luego le dijo de manera solemne junto a una inclinación de cabeza.

–Cuñada.

–N-Nate –reproche– ¿Qué haces aquí?

Nathaniel me miro levantando su ceja plateada. No sabía si era por la pintura, pero Nathaniel no se veía especialmente contento conmigo.

–Oh, ¿Así me saludas? –ironía teñía su voz– ¿Aun cuando ibas a ir a una fiesta de la que no me dijiste nada? Una fiesta a la que entraras ilegalmente, por cierto.

Lo mire con los ojos muy abiertos y las mejillas ardiendo.

–Bueno... –dijo tentativamente Hanna– Yo voy adentro, a fingir que manejo el coche, ¡arte ninja de desaparición! –salió corriendo y se metió en el auto en el asiento del piloto.

–N-No fue a propósito –le dije bajito, apenas Hanna cerró la puerta– Los chicos lo decidieron y-y fue Aless quien consiguió las identificaciones y-y...

–También sé que no es la primera vez que hacen algo como esto.

Lo mire estupefacto.

–¿Cómo lo...?

–Es fácil sacarle información a Alessandro cuando esta nervioso–me interrumpió Nathaniel, con una sonrisa macabra y extrañamente atractiva que le proporcionaba el maquillaje–Está bien lo entiendo, Thomas. Aunque claro, me hubiera gustado que mi novio me invitara a la fiesta, o al menos me avisara de ella.

–T-Te digo que no fue apropósito –me acerque, con intenciones de tocarlo pero me contuve. Aun estábamos frente a mi casa– No estaba seguro si los gemelos querrían que su hermano mayor supiera sobre una fiesta a la que legalmente no podrían estar.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora