Capítulo 11

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Estaba caminando entre la penumbra. Oscuridad y muros era lo que me rodeaba.

Nos encontrábamos ya en la cuarta y última habitación del recorrido, que se basaba nada más y nada menos que en un laberinto, pero no era un laberinto cualquiera, era un puto laberinto totalmente a oscuras.

La primicia de un juego en total oscuridad no parecía agradarle del todo a Robert, que después que los empleados nos explicaban la dinámica de la habitación (que consistía en encontrar tres llaves fluorescentes, para verlas obviamente, para poder salir), se mostró algo reacio a entrar en el laberinto. Nos enseñaron brevemente un mapa como ayuda, en el cual pude apreciar que el camino hacia la puerta de salida no era complicado, eran unos cuantos pasillos largos sin muchas curvas, lo complicado era el resto del laberinto que era donde se encontraban las llaves; esa era la verdadera dificultad. Después nos hicieron entrar en diferentes puertas, todos separados, no sin antes hacer mí pequeña verborrea en "italiano" explicándole el juego a Nathaniel. Cuando nos encontramos en posición, sonó una pequeña cuenta regresiva y la habitación quedo totalmente en penumbra.

Llevaba cerca de cinco minutos andando y por fin mis ojos se habían adaptado a la oscuridad, pero aun así era difícil avanzar porque me encontraba muy desorientado y caminaba con extremada lentitud por miedo a tropezarme con algo, aunque los empleados nos aseguraron que los pisos estaban totalmente lisos, no confiaba en mi torpe caminar.

También caminaba con mis brazos extendidos hacia el frente para evitar chocarme. Di un par de pasos más y me topé con un muro.

-Gracias, señor muro.

Ya era el segundo que me conseguía. Deslice mis manos hacia la izquierda y apoyándome contra la pared seguí avanzando un tramo, era un cruce. Este juego ya me traía nervioso. Yo no era de las personas que le temieran a la oscuridad, pero debo admitir que estar sumergida en ella y sin saber a dónde ir causaba cierta incomodidad.

Llevaba unos cuantos tramos pasados cuando escucho unos pasos, estos eran ligeros y cuidadosos, y se estaban acercando a mí por mi derecha. Pasando unos largos segundos en los que me quede quieto esperando a la persona que se aproximaba, hasta que los pasos se escucharon bastante cerca y se detuvieron.

-¿Quién está ahí?

Era la voz de Rose.

-Soy yo -dije algo contento, al menos había conseguido a alguien. Sería más fácil avanzar de esta manera.

-Ah, tu -dijo con desgana.

Se escucharon otra vez sus pasos y la pude sentir pasar a mi lado.

-Hey ¿Adónde vas? -pregunte confundido.

Se detuvo, solo podía ver una tenue silueta, pero pude percibir que se giró a mi dirección con brusquedad.

-Voy a ver una película -tiro con un sarcasmo mordaz- Obviamente voy a buscar las llaves.

-Hey relájate -dije algo enfadado por su tono- ¿No crees que sería mejor sin anduviéramos jun...?

-No -me corto- Yo voy a ganar esto. No permitiré que tú, cuatro ojos, me saques ventaja otra vez.

-Somos un equipo loca -le recordé estupefacto- Recuerda que debemos salir todos o no ganaremos.

-No me importa. Yo ganare este juego -sentencio y se alejó pisando fuerte.

-Que carajos le sucede...

Le reste importancia a la pelirroja y seguí mi andar. Teníamos una hora para poder salir, el laberinto era lo suficientemente grande y las llaves podían estar en cualquier lugar. Revise el pequeño aparato que cargaba conmigo; era un especie de pequeño comunicador fluorescente que nos habían entregado a cada uno, por el cual solo podíamos utilizar cinco veces, todos llevábamos uno y se supone que cuando alguno encuentre una llave debía informarlo, hasta ahora nadie lo había utilizado.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora