Capítulo 48

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Nos detuvimos frente un edificio extremadamente alto y de apariencia lujosa. Ya había venido una vez al departamento de Carina para acompañar a Nathaniel, nada extraordinario. Se notaba que había gastado varios miles por este lugar.

Ambos bajamos del auto y nos encaminamos a las puertas de vidrio doble, la cual fue abierta por un portero bastante adulto con apariencia muy cuidada. Al parecer había reconocido a Nathaniel, porque no le pregunto hacia qué departamento iba o a quien buscaba, al igual que la persona detrás del gran escritorio.

Subimos al ascensor y Nate presiono el último botón que daba al último piso donde se encontraba el penthouse de Carina, el cual encendió la pequeña pantalla con números electrónicos. Nate ingreso la contraseña del penthouse y el ascensor dio marcha con eficiencia mientras una musiquita tranquila sonaba.

–¿Me piensas decir lo que tienes planeado hacer? –pregunto finalmente Nate. Se veía bastante fuera de su zona de confort, algo tenso y preocupado, sin saber qué hacer en una situación fuera de su control.

–Solo hablare con él –aclare– Quiero dejarle claro de una manera muy pacifica que tú y yo estamos juntos y que él puede irse a su país, o sea que se vaya a la mierda –y sonreí de oreja a oreja.

Eso era básicamente lo que tenía planeado. Bueno, debo admitir que el decir que quería venir aquí fue por mero impulso, aunque no le diré eso a Nathaniel. No sabía realmente lo que le podría decir. Solo podía pensar de una manera infantil "vete, vete, vete"

"Vete, solo vete y no nos molestes. Somos felices. Nos amamos. No te metas en medio de nuestra felicidad"

Nathaniel ya le había dicho que estaba conmigo, que no estaba interesado. ¿Por qué entonces insistía en quedarse en un lugar donde no lo quieren? Veía necesario ilustrarle vívidamente a Simon que lo que había venido a buscar ya no estaba disponible.

Era extraño dejarme guiar por la molestia y los celos, bueno más de lo normal. Nunca me había considerado a mí mismo como una persona posesiva, pero aquí me tenían: Queriendo mear sobre mi árbol frente a la otra bestia interesada.

–Mierda. Es tan sexy verte celoso.

Se vio con intenciones de acercarse y tocarme pero le palmee la mano para alejarla.

–Estas castigado hasta que diga lo contrario.

–¿Tan molesto estás conmigo que no me quieres tocar?

La tensión y la ligera picardía desaparecieron tras un semblante triste. Mi corazón se estremeció. Extendí mi mano y tome la suya, la que había alejado antes, y le di un beso. Nuestros dedos se entrelazaron mientras él sonreía y el elevador se abría.

–Eres mi debilidad –refunfuñe mientras él tiraba de mí.

Nathaniel río por lo bajo y me devolvió el beso al colocar sus labios en el dorso de mi mano.

–Eso es bueno, porque tú eres la mía.

Mi lado friki salió a la luz cuando una frase llego a mi cabeza, y sonriendo traviesamente un pude evita decirlo bajito.

–Intercambio equivalente...

Bellissimo. Que sorpresa verte aquí.

–¡Woof!

El galgo italiano vino a darnos la bienvenida, bueno sobre todo a Nathaniel. Era un perro muy lindo y enérgico pero bastante bien entrenado. Se contoneo muy contento cuando Nate le acaricio por detrás de las orejas.

El penthouse de Carina no dejaba de impresionarme cada que lo veía, aunque esta fuera la segunda vez, pero esta vez se encontraba totalmente equipado y decorado. El lugar era grande y estaba finamente decorado, con grandes ventanales que dejaban ver el oscuro cielo y si echabas un vistazo hacia abajo verías la playa. El lugar tenia toques femeninos y elegantes, y la cocina era el sueño de cualquier cocinero gourmet. No había visto el resto de la casa pero seguro no sería muy diferente.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora