Capítulo 50

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—Mmn.

—N-Nate ya... mmh, no puedo. Ahg —Thomas cerró sus ojos llorosos y tembló cuando se corrió nuevamente.

Baje con ternura y bese sus parpados, sintiéndome también agotado pero tan cautivado que era imposible no volver a quererlo tomar.

—Quédate conmigo —pedí, acelerando las embestidas, sintiendo como me deslizaba con facilidad en su interior. Lo que era esperable después de todas las veces que lo habíamos hecho.

Me había corrido varias veces dentro de él, lo que hacía que fuera mucho más fácil el trabajo. Tome sus rodillas y las extendí, apoyándome sobre estas y dando las ultimas embestidas largar y profundas mientras me corría. Me quede en esa posición, respirando pesadamente por el esfuerza mientras veía la criatura más bella ante mis ojos con la luz del sol. Ya se había hecho de día.

Pase mi mano por su pecho, bajando por su estómago y volviendo a subir. Su piel tenía una leve capa de sudor, y tenía pequeña manchas de besos y mordiscos que yo mismo le había dado en todo rincón de su cuerpo donde me había sentido tentado.

—Yo, candado... dormir —balbuceo Thomas, parpadeando a duras penas.

Sonreí sin poder evitarlo. Salí con cuidado de su interior, provocando otro estremecimiento de y exclamación de su parte. Baje sus piernas y me incline sobre su cuerpo, dejándole un beso en la frente.

—Duerme, mio piccolo.

Pero él ya estaba dormido.

Me levante de la cama y fui en busca de mis bóxer, encontrándolos arremolinados junto a mis pantalones en la sala. Me los coloque y volví al cuarto. Busque un poco de agua y un pañuelo y me di la tarea de limpiar a Thomas. Sacándole las medias (una se había roto. No recordaba cuando había hecho eso) y las bragas. Pase el pañuelo mojado con agua tibia por su cuerpo, piernas y entrada, limpiando y sacando lo más que pude el semen de su interior. Thomas parecía un muñequito, imperturbable por el cansancio apenas y murmuro algo entre sueños mientras yo maniobraba con él.

—Cuando despiertes te bañare bien.

Thomas volvió a balbucear en sueños y se acurruco. Mi corazón latió en ternura. ¿Qué tan afortunado podía ser yo? ¿Qué golpe de suerte o destino permitió que yo pudiera vivir este momento?

Saque la arrugada y sucia sabana de la cama y busque una limpia del armario, arropándolo con ella.

Mi teléfono.

Busque mi teléfono y lo encontré en la sala, totalmente muerto. Cuando me encaminaba al cuarto para conectarlo se escuchó un toque en la puerta, seco y alto. Era extraño, casi nunca recibía visitas. Pocas veces de mi madre queriendo que contratara un decorador o quizás de alguno de los gemelos pidiendo algún desesperado favor a su hermano mayor.

Luego recordé a Simon. Si él sabía la ubicación de la casa de mis padres con seguridad sabia de este departamento.

Había tenido una noche tan fantástica que me había olvidado completamente de él. Maldije en mi interior. No era un buen momento, nunca lo seria con él y sobre todo teniendo a Thomas durmiendo en mi habitación. Me acerque a la puerta totalmente decidido en botarlo pero cuando la abrí no era la persona que esperaba.

—Aless —dije sorprendido— ¿Qué haces aquí?

—Venia hablar contigo. Te llame pero tu teléfono sonaba apagado —lo miro de arriba abajo y levanto una ceja—Ponte algo de ropa hombre.

Nathaniel quería golpearse la cabeza contra una pared. Se había visto superficialmente frente al espejo del baño y era consiente de algunos chupones que tenía por el cuello y el pecho. Esperaba que Aless no fuera concerniente de ellos.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora