Capítulo 63

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La preocupación, la ansiedad y la culpa son sentimientos que muchas veces no podemos controlar.

Diariamente vemos personas, tratamos con ellas, somos sus amigos y creemos conocerlas, pero la oscura cara de la luna oculta que esas personas solo buscan mostrarte lo mejor de ellas y por dentro, muy por dentro, están batallando una lucha interna... que pueden estar perdiendo.

Sucede a diario. Y es terrorífico como puede desembocar a lo que llamamos una desgracia.

Y me encontraba totalmente aterrado al descubrir que el hombre que es el amor de mi vida estuvo tan cerca de ser una desgracia.

Todo era demasiado surrealista. Cualquier persona como yo podría llegar a la misma conclusión al ver a Nathaniel D'angelo: Era un hombre inteligente y muy atractivo, amable y dulce, con una familia amorosa y dinero... y un sinfín de atributos con los que destacarle. Normalmente no piensas que un hombre como él estuvo tan cerca de morir de una sobredosis y que se haya salvado por suerte.

Imaginarlo solo, herido y sintiéndose culpable por cosas que yo no alcanzaba a comprender.

Cada ver que lo pienso, cada vez que lo recreo en mi cabeza, tiemblo solo de razonar la posibilidad. Y por desgracia ahora en mi cabeza rondaba con demasiada frecuencia esa imagen.

La idea de perderlo me provocaba terror.

Dolor.

Y ganas de llorar terribles.

Sin siquiera poder respirar con la actual paz, ya que en la cara oscura de la luna había un cráter, más profundo y más negro. Donde entre su oscuridad ocultaba algo que generaba más daño.

Yo no podía permitir que esa oscuridad le siguiera rompiendo. Quizás antes no podía ayudarlo, estando tantos kilómetros de distancia en más de un sentido, pero ahora si podía. Él ahora era mío y lo tenía que proteger.

El dolor del silencio hiere más que las palabras.

Nathaniel no me quería decir lo que ocultaba y no tenía que habérselo preguntarlo para saberlo. No parece parte de su naturaleza el ocultar, al menos no ahora, pero antes él si lo hacía.

Los mejores recuerdos de mi infancia están llenos de mis amigos, de mi hermana y de Nathaniel. Lo admiraba, yo le amaba, y aun cuando nunca escuche de su boca decírmelo yo sabía que él también me amaba a mí.

Lo recuerdo como lo más grande y maravilloso de mi mundo.

Y aun por más que yo me esforzara en intentar alcanzarlo y él se alejaba, el amor seguía ahí.

Era un amor diferente, uno infantil, que se enfrió durante años pero se mantuvo y luego exploto en lo que es hoy.

Son cosas en las que tenía años sin siquiera pensar. Primero porque me da aun vergüenza el imaginarme tan pequeño y lejano de Nathaniel, y segundo porque realmente dolió cuando se fue.

Durante las últimas semanas había adoptado la costumbre de llamarlo y escribirle seguido, aún más de lo que ya lo hacíamos antes. Lo llamaba justo a la hora de despertar ya antes de dormir, cuando solía terminar de trabajar y también le pedía que me llamara cuando llegara a su departamento. Con mensajes al WhatsApp todo el tiempo. Esto todos los días que no nos veíamos, y los días que si lo hacíamos me le pegaba como una lapa. En los momentos en que mi ansiedad retrocedía un poco me cuestionaba si no estaría siendo una molestia para Nathaniel, pero si lo sentía de esa manera jamás mostro atisbo alguno de que esto era así.

Me hablaba con tranquilidad y cariño e intentaba tranquilizarme de la mejor manera posible, siendo muy paciente.

—Estoy bien, mia vita —me susurró una vez, besando mi frente y abrazándome con fuerza entre sus brazos— Tú estás conmigo y soy más fuerte que nunca.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora