Capítulo 61

11.5K 918 593
                                    

Intentar hablar con una Hanna enojada no era sencillo, más cuando al parecer estaba en sus días, una cosa que no debí mencionar estando en la puerta de su cuarto porque me la tiro en la cara. Al final ella fue muy evasiva con el tema de la pelea entre Noah y Alessandro, por lo que me olía que había más en la cuestión, pero no quise presionar porque yo tampoco le conté lo de Simon.

De igual manera ya me podía imaginar que sería lo que ella me diría:

Es un engaño. Te dirá cualquier cosa para que rompas con Nathaniel. Tiene el trasero más plano que el tuyo.

Y cosas así por el estilo.

No eran cosas que yo quisiera oír. Yo mismo me había planteado que no impediría que mi relación se rompiera por historias mal intencionadas que procedieran por personas que solo quieren hacernos daño. Yo no era tan estúpido. Pero la tentación de llamarlo y oír lo que tenía para decirme era tan grande que no pude evitar guardar el número de teléfono dentro de mi mesa de noche.

Por mi cabeza paso la posibilidad de contárselo a Nathaniel, pero estaba seguro de que él solo se enfadaría muchísimo por haberme dejado solo y expuesto en esa situación. Por lo que preferí, hasta que me decidiera si llamarlo o no, en no decirle nada a nadie. Si no le llamaba no sucedería nada, y si lo hacía... bueno, ya vería como atenerme a eso si sucedía.

El segundo trimestre de la escuela término y antes de comenzar el último empezaron a enviarse las solicitudes de universidad por correo. Hanna y yo estábamos ahí, intentando no embarrarla llenando los requisitos mientras nuestra madre nos tomaba fotos con la cámara de su teléfono y soltaba una que otra lagrima al recordar cuando mi gemela y yo aprendimos a ir al baño solos. Y tal vez no hubiese sido tan vergonzoso si no hubiera estado Nathaniel ahí, preparando masa para las pizzas que nos haría para cenar esta noche. Él realmente se había tomado en serio el ganarse a mi madre con sus dotes culinarios, así que había venido más seguido y mi madre no podía estar más encantada.

Yo no estaban tan contento al respecto, la verdad, porque ya que no tenía mi castigo encima podía ir a cualquier lugar junto con Nathaniel y tirármele encima tanto como quisiera, cosa que no podía hacer en mi casa. Pero Nathaniel vio esto como un sacrificio por un bien mayor, pero a mí no me convencía eso de sacrificar el sexo caliente.

¿Qué yo quería tener relaciones sexuales todo el tiempo?

Pues sí.

Y nadie me podía echar la culpa. Si tuvieran un novio tan endemoniadamente sexy como el mío todos lo quisieran también.

**Flashback**

Estábamos en su auto en camino hacia ninguna parte en particular, era mi primer día libre después de mi condena y Nate había decidido que para celebrarlo debíamos recorrer las calles de Los Angeles para refrescarme la memoria de cómo era la ciudad en donde me había criado y vivido toda la vida.

Para la ocasión el mayor estaba vestido con una camisa de manga corta azul oscuro que le quedaba muy ajustada, unos jeans claros que le quedaban de muerte y unos lentes de sol para cubrir sus ojos a la luz que entraba por la ventana baja. Se había afeitado hace tres días pero el vello facial ya le había vuelto a crecer.

Mis ojos no se apartaban de sus bíceps, extendidos y abultados, totalmente convencido de que se había puesto esta camisa tonta a propósito para que yo le mirara y me pusiera a babear. Y lo había logrado.

Pero la maravillosa ventaja de todo esto es que él era mi novio, así que yo estaba en todo mi derecho de tocar y admirar todo lo que quisiera. Lleve mi mano hacia ese punto donde su manga parecía luchar contra su musculo para no romperse, pase mis dedos en una suave caricia por su piel y la extendí por el resto del brazo. Nate movió su cabeza ligeramente y sonrío, llevando su mano hacia mi muslo para acariciarme de la misma manera. No le tomaba de la mano por obvias razones de seguridad por si necesitaba cambiar de velocidad rápidamente, por lo que solía acariciar mi pierna o dejar su mano cerca de él y entonces era yo quien lo buscaba acariciar. Era un tipo de rutina que teníamos en el auto, mantener algún tipo de contacto cuando estábamos juntos y a solas, una necesidad física difícil de explicar.

La Sorpresa Dell'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora