CAPÍTULO 44. DISNEYLAND

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Dni, pasaportes, tarjetas de embarque, crema de sol, repelente antimosquitos, la cámara de fotos, cargador, medicaciones por si acaso, palo selfie, tarjeta de crédito... lo llevaban todo

- Mierda, las gafas -Se acordó la morena cuando estaban a punto de montarse en el ancensor con las maletas a cuestas.

- Joder Natalia -Resopló intentando no despertar a la pequeña que cargaba en sus brazos

Hace más o menos un mes, cuando acabó la fiesta de cumpleaños de la peque, Alba, como de costumbre se fue a dormir con ellas, pero está vez con una segunda intención, pues le quedaba un regalo por darle. Un viaje a Disneyland.

La pequeña no cabía en su ser de alegría y Natalia le echaba la bronca internamente por gastarse ese dinero en un viaje de 5 días, pero la ilusión de la niña valía más que todo eso. Aún así, Alba y Natalia llegaron a un acuerdo, en París sería la morena la que se encargaría de todos los gastos y así aceptó la rubia.

Bajaron al garaje, Natalia cargaba las maletas en el maletero y Alba ataba a la niña en su sillita con cuidado para no despertarla. Iban con tiempo, el avión salía a las 6 de la mañana y todavía eran las cuatro, pero sabiendo como era Alba, y su manía con la puntualidad, mejor ir con tiempo.

Como era de esperar, cuando pasaron todos los controles, aún no habían abierto la puerta de embarque, por lo que les tocó esperar hasta que eso pasaría.

- Mami pis -Dijo la pequeña haciendo levantar a su madre del asiento

- Ya la acompaño yo Nat, que también me meo

Dicho eso Alba se fue de la mano con la niña, pasando por el duty free, donde a la vuelta no pudieron evitar pararse y llegar con las manos ocupadas a donde las esperaba Natalia con las maletas.

- ¿Qué habéis comprado? -Se interesó Natalia al ver a su hija con las manos ocupadas.

- Un diario de LadyBug

- Alba, que habíamos dicho de los gastos del viaje... -Advirtió a la vez que su chica se sentada al lado suyo.

- Dijiste que en París te hacías cargo tú, y todavía estamos en Madrid -Le guiñó un ojo

- Eres de lo que no hay -Sonrió chocando los labios con los suyos.

Después de una media hora más esperando, por fin se subieron al avión y llegaron antes de la hora prevista al aeropuerto de París. El vuelo había sido de lo más tranquilo, la niña no pasó miedo, como temía su madre, y no hubo ningún tipo de turbulencias, así que en cuanto bajaron del avión hicieron los trámites necesarios para salir del aeropuerto y llamaron a un Uber para llegar al hotel que Alba había reservado.

El hotel lo eligió pensando en la niña, no pasarían mucho tiempo en el pero que en el desayuno los personajes Disney se paseaban saludando a los niños le encantó y pensó que le haría mucha ilusión, pero a quien iba a mentir, a ella también.

El primer día en Disneyland fue más bien una toma de contacto para saber a lo que se enfrentaban los próximos días. Lo primero que hicieron fue sacar los fastpass para pasar a las atracciones y en la primera que se montaron fue en Buzz Lightyear Laser Blast, se lo pasaron en grande disparando con pistolas láser a todo el que se movía.
Después fueron a les pays des contes de fees, que es un crucero en barca con música donde vas viendo los clásicos de Disney, pasaron por las tazas... y porfin llegó el momento del que la pequeña Alba se moría por vivirlo. El desfile de Frozen.

La ilusión de la niña no cabía en sus ojos y ahí estaba Alba para grabarlo en su cámara y Natalia para grabarlo en sus retinas.

Ignorando las atracciones de Stars Wars, se fueron a Autopia, una pista donde los niños pueden conducir su propio coche. Ahí obviamente ni Natalia ni Alba se pudieron montar, pero veían como su hija de lo pasaba en grande.

SI DECIDES VOLVEROù les histoires vivent. Découvrez maintenant