CAPÍTULO 41. TODO ES MENTIRA.

4.6K 251 48
                                    

Pasó una semana y ni si quiera se miraban a la salida del colegio, bueno sí, pero de una manera fría y distante. Seguían enfadadas, tanto que ninguna supo dejar atrás el orgullo y mandar un mísero mensaje con la intención de solucionarlo. Porque a pesar de todo, se necesitaban, joder si se necesitaban.

Natalia echa de menos notar su aliento contra su pecho cuando la luna se oculta, y ellas, ajenas al mundo, hacen de esa cama un lugar único donde querrían vivir.
El viento se ha parado, y quiere volver atrás para coger su mano.

Su risa, sus besos.

Su mundo.

El de Natalia chocando con el suyo.

Una vida de futuros por delante.

Más risas.

El calor de su piel en invierno, sus lunares, ese pelo rebelde que interrumpe cada beso.

Un viaje improvisado con su cintura, sin equipaje.

Con ella ya lo tiene todo, incluso lo que nunca imaginó que tendría.

Sus labios, su cuerpo, los temblores cuando sus dedos la rozan.

La quiere tanto que ya no tiene miedo, no sabe si alguna vez lo tuvo. Tal vez al principio, Alba era un sueño hecho realidad, y ella una experta en pesadillas.

Sabe lo que tiene, y no piensa perderlo.

No piensa perderla.

Y Alba, Alba que siempre quisó encontrar a alguien como ella, la soñaba desde antes de sufrir por amor. De hecho, llegó a pensar que alguien así solo se podía encontrar en sueños, pues todo lo que le ha tocado vivir es completamente opuesto.

Pero entonces llegó Natalia, para cambiarle la vida, para abrirle los ojos y para enseñarle lo que es el amor de verdad. Todo se convirtió en silencio, donde nada ni nadie decía que no estaba donde debía estar. Y le da las gracias, gracias por hacerle creer de nuevo en todo lo que soñaba.

VACÍATE.

Vacía tu alma de todas las penas. Llora, grita, salta. Rompe las fotos que llenen de lágrimas los recuerdos, baja las persianas y deja salir todo lo que llevas dentro. Apaga una a una las luces de la memoria como si fueran las entrellas que antes iluminaban tu firmamento.

Sangra las heridas antes de curarlas de nuevo. Deja que las lágrimas fluyan, y que de su cauce nazcan ríos que limpien la tristeza que te inunda. Coje aire y sumérgete en todo ese mar de emociones sin soltar nunca la cuerda que te mantiene a flote.

No desanimes.

Es necesario vaciarnos primero de todo lo sufrido para poder llenarnos de nuevo. Dejar salir lo viejo, para que algún día, pueda entrar lo nuevo. No hay nada malo en el dolor. Si duele, es porque fue real. Por eso hay que vivirlo, hay que sufrirlo aunque todo te parezca el fin del mundo. No todos los finales son bonitos. No todas las despedidas son abrazos.

Deja que salga, que no quede nada. Así, cuando al fin te sientas vacío del todo, podrás mirar de nuevo el cielo sin cortarte con los cristales rotos que un día reflejaron tu luna.
Todo tiene sus fases y el dolor es una de ellas. Vívelo, deja que fluya. Llegará una mañana en la que el sol deslumbre por encima de todas esas nubes grises que hoy te tiñen el alma.

Hoy Alba había quedado con su hermana para irse de compras. Entre su carrera y el trabajo de Alba hacía mucho tiempo que no pasaban una tarde juntas.

Su hermana para ella es su ojito derecho, la primera a quien llamar cuando todo su mundo da vueltas. Es capaz de frenar el caos y darle paz en los peores momentos. Desde pequeñas han sido uña y carne, inseparables y Alba tiene muy claro que sin ella, no sería la misma.

SI DECIDES VOLVERTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon