CAPÍTULO 33. TIENE MUCHAS COSAS Y TODAS POR TENERLAS A ELLAS.

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- Te voy a echar mucho de menos.

- No me lo recuerdes Alba...

El 24 de diciembre se despertaron en casa de Natalia, desnudas, abrazadas y recordando la noche anterior con la más grande de las sonrisas.

Hoy era Noche Buena y a partir de hoy no se verían en todas las vacaciones. Alba se iba a Elche mañana después de comer, y Natalia se quedaba en Madrid con su familia. No quería sacarle el tema del viaje a Londres, ya que sabía lo que le pasaba y decidió que iba a respetar sus tiempos, ella los marcaba y Natalia los seguía.

- Nat -Musitó sobre su pecho mientras acariciaba su descubierto y tonificado abdomen- Sé que no soy perfecta, que cometeré mil errores y a veces doleré. A ti juré no hacerte daño nunca. Soy un desastre y lo sé, pero tu eres la única capaz de encontrar el orden que yo sigo. Desde que llegaste a mi vida no has tratado de cambiarme nada, y eso es lo que más me gusta de ti. Si algo tengo claro es que eres lo mejor que me ha pasado nunca y por eso no pienso perderte. No mientras estés dispuesta a luchar por todo lo que tenemos. Si un día quieres irte no seré yo quien te retenga pero hasta entonces, si es que llega ese día, te lo daré todo y más, porque te quiero más de lo que nunca imaginé. Siento que me comprendes, que me apoyas en todas mis locuras por muy descabelladas que sean, y nunca pierdes la sonrisa. Espero que tengas claro que no me voy a ir a ninguna parte, y por muy desastre que sea, seguiré siendo la persona en la que te puedes apoyar. Si hay 24 horas al día, yo para ti estoy 25.

Alba levantó su cabeza y vió a una Natalia derramando lágrimas, sus mejillas empapadas y su labio inferior doblado hacia fuera. Alba no tardó en atraparle entre los suyos y borrar todas esas lágrimas con besos pausados.

De pronto entró un torbellino en la habitación saltando a la cama y hacer que Natalia y Alba estallaran en una carcajada mientras las aplastaba.

- Benos días -Sonrió.

- Hola tesoro -Acarició su mejilla Alba.

- ¿Qué haces despierta tan temprano en vacaciones? -Preguntó Natalia.

- ¿Y vosotras? -Alba se echó a reír.

- Ahí te ha dado eh -Natalia la miró con burla.

- ¡Hala mami! ¿Porque tas llorando? -Preguntó preocupada.

- De la felicidad mi amor.

- Cursi -Susurró Alba con sorna y Natalia le tiró un cojín.

- Pero mami yo tamben soy feliz y no lloro, ¿por qué tú sí?

- Porque tu madre es una intensa cariño -Se burló Alba.

- ¡Pero déjame en paz! -Replicó riéndose.

- Mimimimi -Se burló Alba- Cariño ¿quieres que hagamos el desayuno a mamá?

- ¡Síiiiiiiii! -Gritó eufórica.

- Pues vamos, y tú quieta ahí morenaza de 1,80 -Ordenó Alba saliendo de la habitación de la mano con la peque.

Alba y la niña hicieron crepes, zumo de naranja y un poco de café.
Natalia desde la habitación oía sus charlas, burlas y risas y sin ser capaz ni de levantarse al baño se quedó sentada en la cama disfrutando de la preciosa melodía que venía de la cocina, esa que nunca quería que se acabase.

- ¡Naaaaaaat! Ya puedes venir -Escuchó a su novia gritar.

Se dirigió a la cocina pero prefirió quedarse apoyada en el marco de la puerta, apreciando esa bonita estampa. Su novia y su hija, las dos personas que más quiere en el mundo, invadiendo su cocina para hacerle el desayuno, entre risas y complicidad.

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