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Charles descansó unas horas y para cuando despertó se encontraba reestablecido. No le quedaban secuelas de la migraña, ya el zumbido desapareció e instintivamente se acarició el vientre antes de levantarse. Se detuvo frente a las hojas de su ventana, que daban al balcón principal de la casa, y sin salir, vio a lo lejos, detrás de los árboles, el ocaso que crecía en el horizonte. Encendió las velas de su lámpara y un candelabro que había sobre la mesa. Después volvió a su cama y se sentó en un extremo. Se masajeó las manos y suspiró. Oyó que alguien entraba en sus aposentos y enseguida reconoció el ritmo de los pasos firmes de Erik. Magneto no tardó en llamar a la puerta y Charles lo autorizó a entrar. El Duque había exigido que se lo dejara en paz hasta la cena pero obviamente su amante no había podido esperar tanto tiempo.

─ ¿Cómo estás, Charles?

─Ya estoy bien ─ asintió el Duque y le sonrió débilmente. Se masajeó otra vez las manos y se puso de pie para demostrarle su restablecimiento. Bloqueó la mente para no leerlo porque no quería indisponerse otra vez.

Erik llegó hasta él y lo tomó de las manos.

─Hank explicó que tu poder se desbordó como un síntoma del embarazo. ¿Te aturdiste al leer a los demás?

Charles recordó lo que había descubierto en la mente de su madre y en la de Logan y se perturbó.

─Sin buscarlo, leí a mi madre, que había llegado de ver a los MacTaggert y estos le contaron cómo hallaron a Trask y le mostraron una carta escrita con su sangre, Erik ─ hizo silencio para estudiar la reacción de su amante. Erik lo observaba imperturbable pero Charles que lo conocía, notó un leve temblor en sus labios ─. Después, cuando Logan se acercó para ayudarme, leí también sin querer en él lo que ocurrió con su hermano. Me habías contado al regresar que cumpliste tu misión, traté de no pensar en ello en ese momento, pero ahora que vi a través de mi madre y de mi amigo lo que has hecho, no puedo ─ se frotó los ojos ─... no puedo conciliar eso con la persona que amo.

El Duque se había cuidado de usar términos como asesinato u homicidio porque, como lo dijo, todavía le costaba asociar tales imágenes con actos de la persona que amaba.

Erik le soltó las manos y entró en el vestidor. Allí, en un armario apartado de los de Charles, guardaba sus pertenencias desde que se mudara a los aposentos de su amante. Escondida dentro de un cajón, había dejado la pistola dorada de Brian Xavier y la caja con las municiones. Las recogió y regresó a la recámara para devolvérselas. Se las depositó en la mano y lo miró a los ojos.

─No me atreví a entregarte esto a mi regreso porque faltaba una bala que usé...

─ ¡No quiero saberlo, Erik! ─ detuvo Charles. Aunque alzó la voz, seguía tranquilo pero en sus ojos se leía decepción y angustia ─. Es mi culpa ─ suspiró y volvió a sentarse en un extremo de la cama. Acarició el arma pensando en el cariño que le había tenido por pertenecer a su padre y que ahora ese apego se veía manchado por el uso que su amante le había dado ─. Siempre supe quién eras y en mi obstinación creí que podría cambiarte ─ se cubrió el rostro y sollozó con frustración ─. Creí que si te regalaba un hogar y amor, dejarías de ser quién eras pero es tu esencia, Erik. No puedo cambiar eso.

Erik se le acercó y quiso tomarlo de las manos. Le quitó la pistola y la cajita para dejarlas sobre el colchón, y le acarició los dedos. Charles se lo dejó hacer pero no se inmutó bajo su toque.

─No creas que disfruto de lo que hago, Charles.

─Entonces, ¿por qué lo haces? ─ reclamó el Duque, angustiado, y volteó para enfrentar su mirada.

El Misterioso Visitante. (Cherik - Wolvesilver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora