-Gracias, mi rey.- le seguí la broma- Wow ¿hay algo que no sepas hacer? -le pregunté al probar el delicioso desayuno.

-Si -me respondió para quedarse en silencio a continuación.

-¿Y bien?

-Ser malo en la cama. -por poco no me ahogo con el delicioso pancake- Tranquila -me dijo entre risas y dando suaves golpecitos en mi espalda.

-Ya está. Ya está- le espetó enfadada por mi reacción. Dios mío, si que sabía hacer bien el ridículo. Tras burlarse un rato más de mí, y de mi capacidad de expulsar zumo por la nariz, decidió que ya me había torturado lo suficiente y cambio de tema.

- Débora, solo quiero que sepas que no te voy a presionar. ¿Si? -me comentó mientras se llevaba un trozo de comida a su boca- Quiero saberlo todo sobre ti, pero cuando tú estés preparada.

-Que quieres saber.

-Lo quiero saber todo. ¿Cómo se llamaban tus padres? ¿Tenías muchos amigos? ¿Eras la típica chica tímida que siempre sacaba excelentes? ¿Por qué no denunciaste lo que te pasaba? ¿Por qué decidiste meterte en el mundo del ballet?.... Todo. -me respondió encogiéndose los hombros, como si sus palabras no hicieran estragos en mi corazón.

-Mi padre se llamaba Arthur. Era el jefe de policía.- le comencé a contar- El mejor. Tenía siempre una sonrisa en la cara y siempre tendía la mano a aquel que lo necesitara. -continúe melancólica- Pero un día, durante una redada, le dispararon y quedó gravemente herido. Estuvo más de tres semanas hospitalizado. El médico decretó que no podía seguir en el frente, luchando en el pie del cañón. Según el informe, cualquier situación de riesgo, podría dañar su corazón. Lo que en esos papeles no ponía era que ya lo había perdido. -dije mientras me encogía de hombros- No volvió a ser el mismo tras aquello. Trabajar como un segurata de supermercado lo destruyó. Por eso mi madre no denunció lo que pasaba, y por eso yo tampoco lo hice. Sabía cómo golpearnos sin dejar pruebas visibles. Y las que dejaba, fácilmente se podían ocultar con un poco de maquillaje. ¿Quién iba a creernos? Toda la policía le conocía. Era prácticamente un héroe en la ciudad. Nadie sospechaba del buen policía caído en desgracia.- Amoos me quitó una lágrima. Sin darme cuenta había empezado a llorar. Estaba harta de llorar- Bueno -dije quitándome las lágrimas- Mi madre se llamaba Catherine. Ella era profesora de música. Supongo que por eso me gusta tanto cantar. Pero cuando se quedó embarazada de mí, dejó su trabajo para criarme. Mi padre no estaba casi nunca por la casa al ser el jefe, y ella decidió dejar de ser maestra y convertirse en ama de casa. Ya sabes, para estar siempre a mi lado -dije con ironía- Me encantaba oírla cantar. Tenía una voz dulce. Toda ella era dulzura y bondad. Y no pudo soportar por mucho tiempo el infierno donde vivíamos. No tenía nada. -le dije mirándole a los ojos- No tenía familia ni trabajo ni dinero. Nada. A veces comprendo por que me dejo con él- le confieso- Nunca me había pegado y supongo que pensó que ahí estaba mejor. Claramente se equivocó...- tras esa confesión decidí que ya había hablado suficiente por hoy- Creo que por hoy, ya me he confesado lo suficiente ¿no te parece? -le pregunté con una sonrisa triste intentado cambiar de tema.

-Si. Gracias por contármelo Débora.- me respondía cogiéndome las manos- Me tienes para lo que quieras. Bien ¿Qué quieres que hagamos hoy? -me pregunto sonriendo al notar como quería dejar el tema de mi pasado atrás.

- No creo que podamos hacer mucho más que quedarnos aquí. -dije mirando a través de la ventana de la cocina el temporal que había.

-Mientras sea a tu lado, no me importa en absoluto quedar todo el día en casa. Así que... ¿Qué te apetece?

-¿Vemos algo en Netflix?-le pregunté entre risas. No sabía que otra actividad podríamos hacer. Al menos, no una que fuese apta para menores. ¿Qué había hecho yo, para quedarme atrapada en mi casa con un chico como él? Jamás sabría porque el universo me había enviado a este regalo. Pero no pensaba quejarme...

La Perdición del Lobo [1] ✔Where stories live. Discover now