Capítulo 22

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Atentas a vuestras bragas. Este capítulo promete. Quien avisa no es traidor. 

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Débora

Sus palabras, suaves y seductoras, llenas de promesas logró causar estragos en mi. Al tenerlo tan cerca, tan sexy no pude evitar desear besarlo. Notaba sus manos fuertes en mis caderas. Notaba su voz grave. Notaba su aliento cálido en mi cuello De no ser porque en ese preciso instante sonó el teléfono de la casa no estoy segura de que hubiese podido pasar.

Al llegar a mi habitación y revisar mi armario en busca de un vestido adecuado para el lugar donde íbamos a ir, mi mente se acordó de aquel vestido rojo que me compré hace unos años. Era perfecto. Nunca había tenido oportunidad para estrenarlo, así que decidí aprovechar la oportunidad. Al acabar, cogí un bolso de mano y un abrigo grueso para no morir congelada. Antes de ir al salón, me repasé el pintalabios del mismo color que mi vestido. Al ver mi reflejo en el espejo del baño, me sentí sexy y segura de mi misma. Supongo que esta nueva seguridad en mi misma se debía a lo a gusto que me sentía al lado de Amoos. En el coche no había soltado su mano de la mía, y cada vez que podía giraba a mirarme. Con él me sentía poderosa. Así que al salir de mi habitación rebosaba confianza. Tanta que me pareció gracioso coquetear un poco con él. Nada exagerado. Solo mirar de ponerle nervioso. Demasiado bien me había salido la broma

Cerrando mi boca entreabierta y separándome de él, cogí el teléfono

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Cerrando mi boca entreabierta y separándome de él, cogí el teléfono. Solo unas pocas personas tenían mi numero de teléfono fijo, así que supuse que sería algo importante. Además, estaba agradecida por la interrupción. Tras carraspear para aclararme la garganta seca, contesté.

-¿Si? -los segundos fueron pasando y nadie habló por el otro lado de la línea Extraño.- ¿Hola? -nada. Más silencio. Confundida colgué la llamada y miré a Amoos. Al verlo recordé como había estado apunto de perder la cabeza con él y mis mejillas se pusieron rojas.- Número equivocado supongo ¿Nos vamos?

-Claro -respondió serio. Mentalmente me lamenté haberla liado de nuevo. Por culpa de los nervios había desperdiciado la oportunidad de besarlo. Y dios sabía como me apetecía. ¿A quién no? Era educado, interesante, inteligente y arrogante.- Pero antes -dijo con voz grave y acercándome a él - Vamos a acabar lo empezado. ¿No crees? 


Y sin más me beso. No me dio tiempo a responder a su pregunta sarcástica, pero su beso era lento como si quisiera darme la oportunidad de negarme. Nerviosa lleve mis manos a su cuello acercándolo más a mí. Él en cambio, llevó las suyas a mi cintura. No sé cuánto tiempo nos besamos pero no quería que parase. A pesar de mis deseos, tuve que separarme para poder respirar. Ambos nos miramos, respirando entrecortadamente. -Ahora si podemos irnos-dijo con una sonrisa y susurrando.

Con su brazo rodeando mi cintura me guio hasta la puerta de su coche, la cual me abrió

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Con su brazo rodeando mi cintura me guio hasta la puerta de su coche, la cual me abrió. Mientras nos dirigimos al restaurante, con su mano en mi pierna y con música de fondo, no pude evitar pensar que estaba en un sueño. Bueno de ser así prefería no despertarme. Y así en un silencio cómplice, llegamos al restaurante decorado por mil luces. Al llegar con el coche, vino una mujer vestida con uniforme que se encargó de aparcar el auto mientras nosotros nos dirigimos a la entrada. Al ver llegar a Amoos, no tardaron ni dos segundos en llevarnos a nuestra mesa y en atendernos. Al parecer, frecuentaba muy a menudo el local. Tras revisar la carta me decanté por unos raviolis de cuatro quesos, mientras que Amoos pidió un risotto asegurándome que sabía como el mismísimo cielo. A la espera de que llegarán nuestros platos, pidió un vino y continuamos conociéndonos. Me comentó que me había llamado al móvil y no había recibido respuesta, a lo que le contesté que se estaba arreglando y le di mi fijo. También me preguntó acerca de mis aficiones, futuro y pasado. En cuanto al último evité entrar en detalles, cosa que él también hizo. Le conté que era de Londres, que no me hablaba con mis padres y que mi intención era dedicarme a la danza. Él me contó cómo había vivido por medio mundo. Al escucharle hablar sobre aquellos lugares exóticos e increíbles, me entraron ganas de saltarme mis reglas y coger el primer avión dirección a cualquier país pero no podía permitirme cometer aquel error. Me habló de a qué se dedicaba. Empresario y dueño de diversas entidades. Impresionante sin duda. Me contó que su padre había fallecido años atrás, cuando él era tan solo un crío Sin darme cuenta, y con tras varias copas, habíamos llegado al postre y tras el, la cuenta.

El tiempo a su lado pasaba rápidamente. Una vez llegamos a mi apartamento me debatí entre dejarlo entrar y acabar lo que habíamos empezado horas atrás o dejarlo para otro día. Él pareció darse cuenta de mi dilema. Tan caballeroso y seductor como siempre, me dio un beso en la mano y me deseó buenas noches.

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Creo que os he vuelto a engañar. ¿Quién pensaba que no iba a ver beso?

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La Perdición del Lobo [1] ✔Where stories live. Discover now